Tren a Pekín
Por Leonardo Luzzi
13.09.2021 | tiempo de lectura: 2 minutos
Más allá de lo bueno o malo que podrá ser para Uruguay firmar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China, el tema le permitió al gobierno del presidente, Luis Lacalle Pou, retomar la iniciativa en una agenda interna donde la oposición había empezado a aumentar su protagonismo.
También lo ubicó a la vanguardia en política exterior sacudiendo la modorra del Mercosur.
Los gobiernos naturalmente tienen “la sartén por el mango”, es decir, que son los que proponen la agenda de trabajo, son los motores de lo que se discutirá y son los que, en última instancia, deciden con sus socios (que son votos en el Parlamento) lo que se hará y cómo se hará.
Durante la pandemia y la gestión para comprar vacunas, más toda la logística que implicó enfrentar a un virus desconocido que generó miedo en la población, la administración de Lacalle Pou fortaleció su imagen, el Frente Amplio no encontró por dónde golpear y la opinión pública, como lo muestran las encuestas, cerró filas tras la figura del Presidente y del ministro de Salud, Daniel Salinas.
Después de ese éxito prolongado del oficialismo que llevó a que la pandemia esté hoy bajo control, el Frente Amplio pasó rápido a la ofensiva.
Es ahí cuando empieza a criticar la economía, el sistema de tarifas de los combustibles, convoca a ministros al parlamento, concretó una interpelación por el acuerdo para el puerto de Montevideo, interpelará al ministro del interior porque un preso se escapó y junto al PIT CNT generó un casi seguro referéndum contra 135 artículos de Ley de Urgente Consideración, asunto que lo mantendrá varios meses en los medios de comunicación.
Pero el aval de China a negociar con Uruguay, la magnitud de ese hecho, hizo cambiar el eje del debate y es ahora el Poder Ejecutivo el que nuevamente retomó la iniciativa.
Con esa carta el presidente no dudó en ponerse en la primera fila y convocó a todos los líderes políticos para explicarles el camino que se tomará en política exterior.
El acercamiento a China lleva años.
En febrero de 1988, el entonces presidente Julio María Sanguinetti, con divisiones internas en su partido, estableció relaciones diplomáticas con la comunista China dejando de lado a Taiwán que encarnaba la democracia.
Todos los presidentes uruguayos desde 1985 viajaron a Pekín pero fue Tabaré Vázquez, en su segundo mandato, al que le tocó firmar una hoja de ruta que dejó a ambos países como socios estratégicos.
Antes, en 2006, Vázquez había tenido también la chance de avanzar en un tratado similar con EEUU que se frustró por presiones del Frente Amplio y del Mercosur que hicieron que ese tren pasara sin detenerse.
Y es, entonces, el presidente Lacalle Pou quien decidió subirse a este nuevo tren y jugarse por un acuerdo pese a que hace ruido en socios como Argentina y Paraguay.
En los hechos, la decisión de impulsar un TLC con China eclipsó, al menos por el momento, las demás discusiones y el gobierno volvió a mostrarse al frente de la agenda pública.