La ópera y el deporte (parte 3)
tercer programa del ciclo
03.09.2024 | tiempo de lectura: 2 minutos
Moritz Eggert, compositor alemán y pianista nacido en Heidelberg el 25 de noviembre de 1965 poco y nada tenía que ver con el llamado fútbol o propiamente SOCCER, hasta que en el año 2004 la ciudad de Bochum le encargó la composición de un ¨ORATORIO FUTBOLISTICO¨, sí, han escuchado bien, si es que tal paradoja artística existe como lo vamos a comprobar en el programa y en el siguiente.
El encargo fue especialmente realizado para la Trienal de Ruhr, una competencia deportiva a celebrarse en 2005.
Luego de su estreno mundial ese mismo año en el SALON DEL SIGLO de Bochum, el oratorio formó parte como actividad cultural de la Copa Mundial de 2006, demostrando como el Arte Lirico y el Deporte pueden fusionarse quizás no en la más perfecta simbiosis, pero sí en una completamente agradable.
Pero a pesar de todo ello no aparece un significado más profundo ni más serio de lo que músico y libretista nos brindan, una rara fusión entre lo físico y lo espiritual.
La pieza vocal para solistas, coro y orquesta sinfónica recibió entonces el título de LA PROFUNDIDAD DEL ESPACIO: UN ORATORIO FUTBOLISTICO EN DOS TIEMPOS, tal como se divide un partido de dicho Deporte.
En ésta oportunidad traemos a ustedes el segundo tiempo.
No obstante el oratorio LA PROFUNDIAD DEL ESPACIO es su obra favorita, algo bizarro dado que Eggert es un prolífico compositor de óperas, teniendo en su haber más de diez.
El desarrollo del mismo cuenta la historia y las vicisitudes por las que transita un jugador de fútbol quien finalmente es investido con jerarquía de dios, cantando con heroica voz de tenor.
Ello convierte a nuestra obra en una suerte de PASION BARROCA RELIGIOSA, en cuyo centro no se halla la figura de Jesús sino la de un jugador de fútbol y su senda de la vida, todo ello rumbo hacia la definición de una Copa Mundial.
Pero al igual que en las PASIONES BARROCAS la figura protagónica es acompañada por personajes alegóricos, en este caso principalmente LA VIRTUD y EL VICIO.
El rol del Evangelista de los oratorios religiosos clásicos se convierte aquí en un PERIODISTA, quien relata los hechos a medida que suceden.