Los presos de la Unidad Nº 8
Por Mauricio Almada
15.11.2021 | tiempo de lectura: 2 minutos
A poco de asumir la presidencia de la República, Luis Lacalle Pou comenzó a recibir por distintas vías pedidos para que las personas privadas de libertad que están internadas en la Unidad Nº 8 sean o bien liberadas, o bien enviadas a prisión domiciliaria o que se les apliquen otras medidas alternativas a la prisión.
En las últimas semanas estos pedidos recrudecieron y aparecieron por varios frentes. Una carta firmada por más de dos mil ciudadanos le fue presentada al mandatario pidiendo la libertad de estos “viejos soldados”, con la intención de “dar vuelta la página” y encontrar “una solución que nos reconcilie a todos”. La escritora Mercedes Vigil fue una de las abanderadas del planteo y estuvo en la reunión con el presidente. Calificó al encuentro como “muy alentador” porque encontró en el mandatario a “un hombre de derecho”.
Por otro lado, está el proyecto de ley de Cabildo Abierto que pretende, por cuestiones sanitarias vinculadas al covid, la prisión domiciliaria para los reclusos mayores de 65 años. Asimismo, un grupo de familiares de los internos de la Unidad Nº 8 también están pidiendo públicamente que sean enviados a sus casas. ¿Qué hará el presidente ante estas solicitudes? Por ahora no se ha expedido. El asunto no está comprendido en el “Compromiso por el país”, base de la coalición de gobierno.
Uno de los poderes del Estado, la administración de justicia, puso tras las rejas a esta más de veintena de personas que actualmente están en la mencionada cárcel por haber violado los derechos humanos durante la dictadura. No están allí por robar caramelos. Si el titular del Poder Ejecutivo, en uso de sus potestades, se expidiera positivamente a los planteos que ha recibido, lejos de enviar una señal de reconciliación a la sociedad, profundizaría la zanja que separa a quienes quieren justicia de quienes quieren impunidad.
Casi todos los presos desean la libertad, en todas las cárceles del mundo. La privación de libertad ambulatoria es dura para todos, aun para quienes tienen mejores condiciones de reclusión, como es el caso de la Unidad Nº 8, considerada por muchos como una cárcel VIP. Creada especialmente durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez para alojar allí a los pocos militares y policías que iban siendo condenados por violaciones a los derechos humanos. Desde el principio no se quiso juntarlos con los presos comunes en otros establecimientos penitenciarios. Fueron desde el principio presos “especiales” por el trato recibido. Sería bueno no confundir con “presos políticos”, que no lo son.
Y vale recordar que poco antes de asumir la presidencia en 2010, José Mujica planteó enviar a sus casas a los “viejitos inofensivos” que estaban en la Unidad No. 8. No tuvo andamiento. La justicia, la que ha sido posible aplicar a unos pocos de los muchos responsables de atrocidades cometidas en el marco del terrorismo de estado, ha seguido su ritmo lento.
Los que están condenados deberían terminar de cumplir sus condenas allí, en la Unidad Nº 8. Así se llama oficialmente esa cárcel. No Domingo Arena, que es el nombre de la calle donde se encuentra, exactamente al 4399. La figura de Domingo Arena, aquel inolvidable batlllista radical, no se merece quedar asociada a este grupo de represores.