Aplaudir según el viento

Por Leonardo Luzzi

23.06.2022 | tiempo de lectura: 2 minutos

Es raro, al menos para mí, ver cómo algunos dirigentes locales festejan triunfos en otros países con la esperanza que esa corriente, como un dominó, llegue a Uruguay y beneficie a sus intereses políticos.

Hoy es histórico que la izquierda, con un ex guerrillero a la cabeza, haya ganado las elecciones en Colombia, un país donde se sucedieron gobiernos de derecha que hasta no hace tantos años sufrían atentados con bombas en las calles. Esos mismos gobiernos debieron enfrentar militarmente a varios grupos armados (de derecha y de izquierda) que a su vez tenían fuertes vínculos con el narcotráfico.

También fue histórico cuando en 2005 en Uruguay el oncólogo Tabaré Vázquez ganó la Presidencia y el Frente Amplio llegó por primera vez al Poder Ejecutivo.

Actualmente varios países de América Latina están gobernados con una orientación de izquierda y eso no significa nada para Uruguay en términos de incidencia en los votantes a la hora de elegir a sus candidatos, aunque así se quiera hacer ver por algunos dirigentes. El mensaje es: como se ganó allá se ganará acá.

El mismo razonamiento corre para la derecha. Es decir, a la hora de votar en Uruguay nadie tiene en cuenta que en Brasil o en Ecuador ganó la derecha.

En todo caso, y aunque esto tampoco debería ser así, pero por cuestiones humanas lo es, una gestión de gobierno, con un hombre o una mujer al frente, se sentirá más cómoda relacionándose con otro que tenga una visión parecida del camino a tomar, pero nada asegura el éxito.

El ejemplo más notorio de sintonía política aplaudida hasta el cansancio por el Frente Amplio fue cuando ocurrió el triunfo de Néstor Kirchner en Argentina (Carlos Menem había ganado en primera vuelta en esos comicios pero no se presentó a la segunda al no poder formar una alianza con otros partidos). Poco después ganaba Tabaré Vázquez en Uruguay y se pensó que el vínculo con los K sería un camino de rosas. En los hechos, el relacionamiento fue de los peores que se recuerde, al punto extremo que Argentina cortó durante años los puentes y dificultó al máximo la llegada de turistas sabiendo lo dependiente que son estas playas de esos visitantes.

Chile con el presidente Gabriel Boric llevó nuevamente a la izquierda al poder y a poco de asumir se desplomó en la aceptación de la opinión pública, Bolivia que no logra desarrollarse, Perú con Pedro Castillo siempre a punto de caer, la no democrática Venezuela de Nicolás Maduro, la caótica Argentina, están gobernados por la izquierda porque sus ciudadanos entendieron que eran las mejores opciones para ese momento. Y eso está bien y se debe respetar.

También hay que ser respetuoso con Ecuador, y su presidente Guillermo Lazzo, con el Paraguay de Mario Abdó Benítez, y Uruguay con el Presidente Luis Lacalle Pou  que dirigen administraciones de centro derecha. Después está el gigante Brasil, que puede cambiar de signo, pero hoy lo gobierna el derechista Jair Bolsonaro porque más de 60 millones de personas lo votaron.

Puede haber momentos en la historia donde los ciudadanos se inclinen por votar gobiernos de izquierda y otros que lo hagan por gobiernos de derecha. En todo caso no vale criticar y menospreciar a esos pueblos cuando eligen una orientación porque es el mismo pueblo el que otra vez votará por lo opuesto.

Lo que hay que aplaudir, entonces, no es tanto al que ganó sino el que haya elecciones libres, transparentes y democráticas. Lo demás es sólo ruido.