Aquellos cortes, los K y la corrupción
Por Alfonso Lessa
14.04.2022 | tiempo de lectura: 4 minutos
En febrero de 2006 Mario Benedetti denunció públicamente lo que muchos suponían o creían sin animarse a decirlo de manera tan directa: que el conflicto con Argentina por la construcción de la planta de Botnia se debía a que el gobernador kirchnerista, Jorge Busti, había pedido “una coima tan grande que los finlandeses no aceptaron y por eso decidieron instalarse en Uruguay”.
Los dichos de Benedetti generaron un gran impacto en Argentina.
Algunos hechos parecen avalarlo: un tiempo antes del conflicto, el propio Busti había anunciado con bombos y platillos que la pastera se iba a construir en Entre Ríos, Argentina. Y enumeró todos los presuntos beneficios que llevaría su provincia, los mismos que, cuando la empresa resolvió ubicarse en Uruguay, se convirtieron en maldiciones.
Nunca supo explicar ese cambio.
El conflicto con el corte de rutas que causó enormes perjuicios al Uruguay, era según Benedetti, “una venganza” por el rechazo a esa coima.
El kirchnerismo azuzó, fogoneó el conflicto, al punto de realizar actos públicos con la presencia de Néstor y Cristina, asegurando que se trataba de una causa nacional y agitando pequeñas banderas con la leyenda “fuera Botnia”
Las amenazas -algunas públicas, otras reservadas- fueron tantas, que luego de su primera presidencia, Tabaré Vázquez admitió en una charla con estudiantes que se hizo famosa, que en un momento pidió al presidente de Estados Unidos una señal de apoyo a Uruguay, lo que efectivamente ocurrió.
Hubo, incluso, amenazas de militares retirados y hasta se ubicó en su momento a desconocidos haciendo tareas de reconocimiento e inteligencia en el perímetro de la obra.
¿A qué viene el recuerdo de estos lamentables sucesos?
Entre otras cosas, a la mala memoria. Y a un hecho en particular que no hace más que reivindicar la firme postura que mantuvo Tabaré Vázquez con amplio apoyo de todos los sectores políticos.
La semana pasada fue condenado a ocho años de prisión e inhabilitación de por vida por corrupción el ex gobernador de Entre Rios, Sergio Uribarri, uno de los promotores del conflicto, en nombre del ambientalismo. Pero resulta que, según la Justicia argentina, se quedaba con dinero público para promover su figura.
Hasta hace unos días era embajador ante Israel y Chipre y debió renunciar. También fue condenado el entonces ministro de Cultura y Comunicación de Entre Ríos, que fue sentenciado a la pena de 6 años y medio de prisión, Pedro Báez. Y además el tribunal condenó a una decena de otras personas, entre exfuncionarios y empresarios, por sus distintos grados de participación en las maniobras. Los impulsores del conflicto y del corte del puente.
Claro, hay que recordar que ya antes, en 2014, había sido procesada por “administración fraudulenta” una de las figuras más representativas, mediáticas y agresivas del kirchnerismo respecto al conflicto: la ex secretaria de Ambiente, Romina Picolotti.
Acotándolo a este tema, bien podría recordarse la frase de Jorge Batlle: “del primero al último”.
Alberto Fernández, hay que decirlo, fue el único interlocutor que tuvo Vázquez, que manejó personalmente el conflicto a través de dos hombres de extrema confianza: el secretario de la Presidencia y canciller Gonzalo Fernández y el embajador en Buenos Aires, Francisco Bustillo.
Nadie puede olvidar el daño que hizo este conflicto a Uruguay que terminó de construir la planta gracias a un fallo de La Haya, a la que concurrió el kirchnerismo y fue derrotado. No pueden olvidarse -al menos para tener ciertas cosas claras- el corte de rutas, el daño económico, la guerra contra Tabaré Vázquez.
Juan Marcón, uno de los piqueteros, comentó entonces: “Nosotros no estamos haciendo un corte de ruta, estamos haciendo un bloqueo, un bloqueo económico. Digamos la verdad. Cortémosla con esto del corte de ruta porque no es un corte de ruta. Es un bloqueo económico”.
Ante todo esto, uno no puede menos que preguntarse: “¿qué puede llevar hoy a reivindicar o resaltar desde esta orilla al kircnherismo que representan tan bien Cristina y su hijo Máximo?
¿Aquel bloqueo, el daño al Uruguay, la terrible nota que escribió el vocero de Cristina, Horacio Verbitisky, en la que insultó a los gobernantes frentistas de entonces, a nuestro país y calificó, entre otras cosas de “bufón” a José Mujica”?
¿El desaire de Cristina que le increpó a Tabaré el conflicto, adelante de jefes de estado y de gobierno de todo el mundo, de políticos y legisladores, cuando el presidente uruguayo tuvo la deferencia de concurrir a su asunción?
¿Que puede llevar a identificarse con los K? ¿Los millones de dólares encontrados en una caja de seguridad de la hija de Kirchner; la fortuna K que López intentaba esconder en un presunto convento en un acto tragicómico; la dudosa actitud de los Kirchner en la dictadura; los procesados y condenados por corrupción; el infame y clandestino conteo de una cuantiosa fortuna en La Rosadita, que quedó filmado; las presiones tremendas sobre la justicia y las instituciones para que Cristina se libere de la cárcel; los actos de corrupción cuidadosamente anotados en la causa de los cuadernos; la muerte de Nissman? ¿O las actitudes de jóvenes que hoy juegan riesgosamente a parecerse a la antigua JP con discurso y cánticos que los acercan a los rituales no armados de los Montos,(aquellos que Perón echó de Plaza de Mayo y confrontó personalmente sin que abrieran la boca.) Discursos que alimentan el quiebre del gobierno argentino y lo conducen a la catástrofe, con cánticos que llaman a Cristina, como la “jefa” y le dicen “acá tenés los pibes para la liberación”.
En fin, habría mucho más.
Pero quedémonos solamente con los últimos procesamientos de aquellos que llevaron adelante un conflicto que tanto daño le hizo al Uruguay. Y de pasó ayudó a dinamitar el Mercosur.
Como decía hoy, un asunto de memoria, o una conveniencia difícil de digerir.