Casi todos con Ucrania

Por Leonardo Luzzi

28.02.2022 | tiempo de lectura: 2 minutos

Las guerras son difíciles de entender. En realidad, no sé si hay que tratar de entenderlas, hay que rechazarlas y uno por su profesión trata de explicar qué es lo que está pasando.

En Uruguay la condena fue “casi” unánime. Casi.

El rechazo contundente a la invasión rusa lo marcó el presidente de la República Luis Lacalle Pou y los partidos de la coalición. En el Frente Amplio, con posturas distintas en su interna, la declaración púbica habla de “preocupación” pero no de repudio o rechazo al ataque ruso. En la izquierda pesó la ideología.

En medio surgió la desinteligencia de la cancillería uruguaya que ordenó al representante en la OEA, Washington Abdala, no votar la resolución que condenaba a Rusia. Enterado el Presidente mandó cambiar el voto y adherir completamente a la resolución de la Organización de Estados Americanos.

Pese a ese “error”, que fue el segundo grande (el anterior había sido en una votación en la ONU sobre Israel) el presidente Lacalle Pou continúa respaldando al canciller de acuerdo a fuentes de la Torre Ejecutiva consultadas para esta columna.

Claro que el apoyo a un ministro puede cambiar rápido.

Mientras tanto, la región, a veces por ideología o por conveniencia económica, muestra sus cartas.

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, evita pronunciarse y se desmarcó de su vicepresidente, quien dijo que Brasil no está de acuerdo con la invasión rusa.

Argentina, del presidente Alberto Fernández, no votó en la OEA, igual que Brasil, la resolución de condena a Rusia y ya avisó que no se sumará a ninguna sanción económica o política.

Ecuador va por el camino del multilateralismo, por lo que se plegará a lo que resuelva las Naciones Unidas y Colombia rechazó el ataque de Rusia a Ucrania.

Venezuela, Nicaragua y Cuba son los tres países de esta zona que apoyan a Rusia.

Ucrania es el país invadido por el gigante ruso que tiene al frente al ex espía KGB, Vladimir Putin, un hombre producto de la guerra fría del otrora poderoso Partido Comunista Soviético, un estratega con delirios de una Rusia imperial.

Rusia negó que atacaría a Ucrania y lo hizo. No dudó en actuar y todos los servicios de Inteligencia decían que eso ocurriría.

Del otro lado, el bloque occidental (EEUU, la Unión Europea, Inglaterra y el tratado de defensa continental, la OTAN) se horrorizó, hizo discursos, mandó algunas armas, no se involucra en el cuerpo a cuerpo, (la OTAN no tiene porqué intervenir) y se evita que americanos y rusos se enfrenten en el territorio.

Sí se decidieron sanciones económicas cuyo efecto no está claro aún.

Ucrania no pertenece a la OTAN, tiene intenciones de hacerlo y Rusia lo rechaza alegando cuestiones de seguridad. También alegó para atacar una denuncia, sin prueba alguna, de que Ucrania comete genocidio.

Ahora parece que el objetivo de Putin no es sólo Ucrania y lo hace saber mientras las bombas caen sobre la población civil que busca resistir con valentía.

Putin mencionó su rechazo a que otros países (Finlandia y Suecia) pasen a tener el escudo de la OTAN cerca de su frontera.

Así se llegó al comienzo de negociaciones, con Kiev bombardeada y rodeada, que es como ir a negociar con un revólver en la cabeza. El escenario de fondo es la independencia de Ucrania y la expansión de la alianza de defensa.

El ataque ruso a Ucrania midió la reacción de occidente mientras China afila sus garras mirando a Taiwán.

“Casualmente” antes de todo esto hubo un acercamiento, como nunca, entre Rusia y China.