Daphne y Wozzeck
de Richard Strauss y Alban Berg.
05.11.2024 | tiempo de lectura: 3 minutos
En esta oportunidad les ofrecemos un doble cartel lírico, presentando primeramente uno de los últimos opus del bávaro Richard Strauss, que a pesar de su enorme dificultad interpretativa se representa con asidua frecuencia en nuestros días.
De tal manera presentamos primeramente, conmemorando los 75 años del fallecimiento del compositor:
DAPHNE (DAFNE) Op.82
DAPHNE representa con claridad absoluta la obra de un auténtico compositor que se ubica entre los mejores que la humanidad haya conocido, otrora un genio, pero en esta ocasión abandonado por la chispa divina.
Como ocurre normalmente en las óperas de Strauss la orquestación es puntillosa, lujosa, y con gran orientación al detalle, haciéndose en esta ópera más transparente para conferir el aspecto bucólico de la misma, ya desde el inicio con un breve solo de oboe, seguido por el coro de instrumentos de viento de madera.
Strauss recurrió en DAPHNE a todo el lirismo que era capaz de convocar en el último período de su carrera como compositor, como lo prueba la parte protagónica, uno de los papeles más difíciles para soprano al cual se le asigna el brillante soliloquio “Bleib, geliebter Tag/Quédate, hermoso día”, así como la maravillosa escena de la metamorfosis al final de la ópera.
A través de sonidos envolventes y de notas punteadas Strauss logra conferir la felicidad de la protagonista, al unirse con la naturaleza en forma de árbol, ante las súplicas del dios Apollo.
A este se le asigna una voz de tenor heroico pero con grandes incursiones en el registro sobreagudo, lo cual lo hace uno de los más temibles de los que el compositor escribiera para una cuerda que según sus propias palabras detestaba. Sin comentarios.
En contraposición a este juicio, Strauss compuso no tan solo la parte de Apollo para tenor, sino también la del pastor Leukkipos, la cual requiere una voz más lírica y ligera.
Son remarcables asimismo las escenas bucólicas de los primeros 20 minutos de la ópera, al igual que luego durante las celebraciones de las fiestas de Dionisios, donde se observan ciertas trazas que nos hacen pensar en las óperas de Frederick Delius.
En suma, una de las mas deleitables operas del Gran Creador Bavaro, quizas la mejor de su último período, junto a la comedia teórica CAPRICCIO.
En nuestra edición especial de LOS MEJORES TITULOS DE LA OPERA en forma de doble cartel, les ofrecemos en la segunda parte del mismo:
WOZZECK.
Drama musical en tres actos.
Libreto y música de: Alban Berg.
Alban Berg (1885-1935) llevó a su punto de mayor esplendor al sistema dodecafónico propuesto por Schönberg, dentro de una manera muy personal, completamente única y especial.
El sistema que Berg propone no se adhiere en forma ESTRICTA a las series de doce notas, sino que efectúa permutaciones, reversiones e inversiones de las mismas, provocando lo que podría definirse como una: “Putrefacción de la tonalidad” como la conocemos, partiendo de una base que aunque parezca no cierto, tiene sus raíces en el romanticismo.
Esta suerte de ROMANTICISMO DESCOMPUESTO propuesto por Berg alcanza su cenit con las óperas WOZZECK que presentamos en esta oportunidad integralmente, y luego con su testamento lírico, la ópera LULU, que permaneciera incompleta para el momento de su Muerte en 1935.
Las breves escenas de las cuales se halla compuesta WOZZECK están embebidas de un realismo rayano en una crueldad insoportable, brutal lenguaje expresionista, y dotadas de un sentido de la realidad aterrador y capaz de erizar hasta el último de los cabellos de quien sepa comprenderlas.
Los efectos deshumanizantes de los militares y de la medicina conducen al joven a la locura y al homicidio, formando así una tragedia de la clase social y de la consecuencia de los celos, pero creando en su forma de libreto una genuina LITERATUROPER, una subdivisión del género lírico en la que la ópera sigue en forma conversacional la tragedia en la cual se inspira.
Musicalmente hablando WOZZECK de Alban Berg rompe con toda tradición lírica que hayamos conocido.
Es la primera ópera de repertorio que emplea atonalidad, es decir, música que evita mantenerse en una armadura de clave, y Sprechgesang, una forma de canto ubicado entre la declamación y la melodía, en la que se enfatiza el ritmo y las inflexiones ascendentes o descendentes de la voz, que viera sus albores en la época de comienzos de siglo con el PIERROT LUNAIRE de Arnold Schönberg.
Al igual que otros compositores en el pasado, Berg emplea Leitmotivs para representar por ejemplo a la sensualidad y a la exuberancia femenina de Marie, la petulancia flatulenta del Tambor Mayor o al propio Wozzeck, como lo escuchamos en sus palabras en la primera escena del primer acto: “Nosotros, los pobres!”
La versión que presentamos en esta ocasión tiene como protagonistas al versátil barítono británico CHRISTOPER MALTMAN y a la soprano neerlandesa EVA MARIE WESTBROEK, habiendo sido registrada en vivo en el Teatro Nacional de la Opera y Ballet de Amsterdam en Abril de 2017.