El Frente le habla a los convencidos
Por Alfonso Lessa
07.06.2022 | tiempo de lectura: 4 minutos
¿Hacia dónde va el Frente Amplio? Esa constituye una gran pregunta con respuestas poco claras.
Para comenzar, se plantean dos interrogantes directamente relacionadas con esto: 1) ¿Quien conduce hoy a la coalición? y 2) ¿Qué espera el Frente Amplio de un presidente, en este caso Fernando Pereira, es decir qué papel le cabe a alguien que, contrariamente a lo que era Seregni, por ejemplo, no es un líder, ni siquiera sectorial con proyecciones a toda la coalición como fueron Vázquez y Mujica?
El Frente Amplio se ha definido desde siempre como coalición y movimiento: pero hoy claramente se han acentuado su carácter de coalición, en la que se han fortalecido los perfiles e intereses sectoriales, lo que hace más difícil su manejo.
Esto responde en buena medida a la primera pregunta: hoy no aparece clara la conducción ni tampoco el rumbo ni el discurso, más allá de una oposición tajante a todo, que hace pensar en el Frente de hace décadas. Y eso, mucho más allá, de las declaraciones públicas y oficiales de sus organismos de dirección.
En momentos críticos luego de la derrota electoral, el Frente Amplio encontró en la campaña por el referéndum una gran fórmula para amalgamarse y movilizar a su gente.
Pero eso ya pasó y tuvo dos caras: por una lado la ya señalada, positiva. Por otra, hizo triunfar la postura de quienes quisieron evitar una autocrítica real y a fondo, que encarara los verdaderos problemas que tuvo el FA en el gobierno, como reclamó Danilo Astori.
Esto le puede llevar a ignorar esas problemas y le puede provocar costos en el futuro.
Este discurso, del que suelen ser voceros unos pocos dirigentes, ha encontrado en Pereira su máxima expresión: una día si y otro también se pronuncia contra todo lo que refiera al oficialismo, y cuestiona a medios y periodistas: paradójicamente los mismos con los que el FA llegó al gobierno nacional y se mantuvo desde 1990 gobernando Montevideo y, desde más adelante, Canelones y otros departamentos.
Pereira ha optado por una línea dura, de confrontación -diferente a la que se podía esperar- que lo aleja de los votantes de centro que pueden definir una elección.
“Es un discurso para pescar en la misma pecera. Son los mismos peces” me dijo muy gráficamente un importante protagonista de la izquierda frentista hablando del tema.
A veces parece -y esto se comenta en voz baja incluso en algunos círculos del FA- que Pereira no ha procesado aún el cambio que implica la presidencia del PIT a la del FA. Es decir, en su postura y discurso, aparece mucho más como dirigente sindical que político.
Esta postura incluso, refuerza la idea de un crecimiento muy grande de la influencia del PIT CNT en la agenda frentista. Y se da de bruces con actitudes de otros dirigentes como el intendente canario, Yamandú Orsi, pese a su pertenencia al MLN.
No está claro si es una decisión de él, de un grupo de asesores, de algún o algunos sectores en particular.
Lo que sí está muy claro es que son las autoridades de cada partido y sector, las que que están pesando más, en particular del PCU y el MPP. Y como algunos de esos partidos y sectores también tienen internas complejas, en momentos de transición, todo se vuelve aún más complicado.
El reciente documento aprobado por el Plenario del FA va en la misma línea: incrementar su perfil opositor. El Plenario insistió en exhibir un escenario dramático, casi de guerra, con algunas inexactitudes y pasando por alto, por ejemplo, que la violencia creciente y extrema es un proceso que empezó hace ya unos cuantos años. Con hechos como la aparición del sicariato.
El Frente, además, decidió hacer un seguimiento estricto de los presuntos incumplimientos de campaña.
Parece obvio que todo ello forma parte de una evaluación legítima de la oposición, pero que se debe hacer en el contexto de anormalidad que significan el coronavirus y la guerra contra Ucrania y como eso ha afectado está afectando al mundo, en especial a nuestros vecinos y a países de la talla de Estados Unidos y de Europa, para no ingresar en el desastre humanitario de países como Venezuela.
Justamente esta semana la prestigiosa revista estadounidense “Neewsweek” planteó una de sus dos notas principales con el siguiente título: “Cómo combatir los precios crecientes en comida, ropa, viajes, autos y mas”.
Y publicó una encuesta del Washington Post y ABC news según la cual el 94 % de los estadounidenses están preocupados o enojados por la inflación, que ha crecido al mayor ritmo de los últimos cuarenta años. En marzo de 2022, ese aumento de precios fue del 8.5 % en relación al mismo mes del año pasado.
Da la impresión de que el FA no terminó de entender los motivos de su derrota: con aquel 39 % en octubre, y se ha conformado con noviembre y el referéndum, donde también perdió aunque por mucho menos.
La segunda cuestión, que ya hemos tratado aquí, tiene que ver con el papel del presidente de la coalición -cualquiera sea él- sin ser líder.
Y en eso juega un papel fundamental el tono y el contenido del discurso y la articulación de una estrategia realista, no sólo el terreno elegido para desarrollarlo. Quizás la persona que mejor entendió eso, luego de la desaparición de Seregni y el pasaje de Tabaré Vázquez, fue Mónica Xavier.
Sé que se trata de comparaciones imposibles, pero Seregni murió trabajando intensamente en la búsqueda de consensos y políticas de Estado, abierto a ideas y discusiones de todos, sin descuidar su rol opositor.
Claro que era Seregni (tan poco recordado y reivindicado por unos cuantos en la coalición) pero al menos su ejemplo podría tenerse en cuenta.
Hombres como Seregni que estuvieron desde el comienzo en el Frente Amplio hicieron crecer a la coalición aún en medio de tormentas realmente duras. Pensar lo contrario, es ignorar la realidad.
Por ahora el FA se mira a sí mismo, con un discurso y una estrategia que están dirigidos a los convencidos, al núcleo duro de frentistas; y no se enfoca en aquellos que -desde su interés- debería convencer.