El futuro de los colorados
Por Alfonso Lessa
15.06.2022 | tiempo de lectura: 3 minutos
El Partido Colorado afronta una situación que se le ha vuelto crónica: los problemas de sucesión, de liderazgo y candidaturas, que no necesariamente significan lo mismo.
El semanario Búsqueda puso nuevamente el tema sobre la mesa un par de semanas atrás, cuando informó que en Ciudadanos -el grupo fundado por Talvi- hay quienes opinan que está llegando el momento de renovar la Secretaría General del Partido Colorado, que hoy ocupa el dos veces presidente Julio Sanguinetti.
Referentes de Ciudadanos, consultados sobre este asunto, dijeron que este no es un tema prioritario hoy y que ni siquiera fue analizado formalmente por el sector. Aunque no descartaron alguna inquietud a nivel individual.
Pero en Ciudadanos predominan, sobre esto, dos ideas:
1) que el partido efectivamente necesita un recambio de figuras, aunque el cargo de secretario general no necesariamente se vincule con las futuras candidaturas.
2) no existe apuro en resolver lo de Sanguinetti, sobre quien se hace un reconocimiento por su historia, por su desempeño reciente y por su tarea actual. Por lo que llegado el momento, se le deberá rendir, como paso previo, un gran homenaje.
Sanguinetti, por su parte, tiene claro que no puede permanecer mucho tiempo más en el cargo y existe la certeza de que el año que viene, por su propia decisión, no ocupará la Secretaria General de Partido Colorado.
Ahora bien, ocupe o no la secretaría general, la ausencia de Sanguinetti en el primer plano de la política, dejará en el Partido Colorado un enorme vacío, muy difícil de llenar.
Ex ministro, legislador destacado, dos veces presidente, guste o no el arquitecto de la transición; no resultará fácil de sustituir. Mucho más aún, parece imposible, aunque el Partido Colorado lo necesite.
De esto es consciente mucha gente de Ciudadanos y el propio entorno de Sanguinetti: los liderazgos y las candidaturas de peso no se inventan. El cargo de secretario general puede recaer en figuras sin proyección, pero los liderazgos y las candidaturas no.
Parece claro que, por un lado, Ciudadanos procurará impulsar su propia candidatura como una forma de mantenerse como sector: allí el nombre principal por ahora es el Adrián Peña. Ciudadanos también cuenta con Ope Pasquet.
Pero cuando empiezan a barajarse las cartas, reaparece una y otra vez el nombre de un dirigente alejado de la política pública pero que tiene experiencia y logró en su momento un apoyo importante: el de Pedro Bordaberry. Y que incluso dejó la política con el elogio de figuras de izquierda por su capacidad de trabajo.
Hay dirigentes que piensan en ello y trabajan para ello. En ese sentido la reciente solicitud de la lista 10 por parte de Carolina Ache, la que identificó a Pedro Bordaberry, llamó la atención.
Uno puede preguntarse como es que el Partido Colorado, el partido históricamente del Estado y de gobierno llegó a esta situación. Y las respuestas pueden ser unas cuantas, incluyendo el desgaste de la transición, la falta de renovación de los liderazgos que tal vez lo hizo perder contacto con los más jóvenes -algo que pareció revertirse en parte con Talvi- la crisis del 2002 y la competencia del voto urbano por la aparición del Frente Amplio, entre otras.
También es posible pensar que el peso tan fuerte de Sanguinetti y Jorge Batlle no permitió el crecimiento de figuras de envergadura y proyección alrededor.
Pero sí parece claro que la renovación de figuras de gran peso ha sido esquiva a los colorados y es en ese panorama que resalta Pedro Bordaberry que, más allá del impulso inicial que le dio Batlle, se construyó a si mismo.
Y su experiencia tal vez le permita volver, si lo hace, con algunos ajustes: por ejemplo una mejor complementación con el Batllismo.
Hubo un gran líder colorado que se preocupó de preparar una generación entera para el futuro: fue Luis Batlle, que bajo el ala del diario Acción, con política y periodismo, preparó entre otros, a Jorge Batlle, Sanguinetti, Zelmar Michelini, Flores Mora.
Hoy, precisamente, los colorados afrontan un reto en el que les puede ir su propia supervivencia, al menos como un factor clave en la vida política del país.