El periodista Alfredo Carlos Dighiero recuerda a Ángel D´Agostino
Dirección: Dra. María Magdalena Dighiero
Remasterización: Horacio Malnero
03.06.2023 | tiempo de lectura: 2 minutos
El gran maestro Ángel D´Agostino 25/05/1900 – 16/01/1991.
Su nombre y trayectoria cubrieron de gloria a nuestra música ciudadana sobre todo en la etapa cumplida junto al cantor Ángel Vargas. Mi encuentro con él se producía en un pequeño pero muy acogedor departamento donde vivía en pleno corazón de la city porteña, me impactaba su figura, si bien lo conocía por fotos estar en un mano a mano junto a él era muy diferente, corría julio de 1981 una tarde noche muy fría de invierno.
Muy simpático locuaz sintiendo un gran amor por el Uruguay me hacía pasar a una salita donde se encontraba un magnífico piano tapizado de partituras de los tangos del 900 hasta su etapa de esplendor. Yo tenía preparado una serie de preguntas para hilvanar la nota pero a los pocos minutos ya vi que eso no iba a ser posible, el prefería charlar y acompasar sus recuerdos interpretando varias páginas que le traían profundos recuerdos.
Yo lo miraba mientras sus manos volaban por el teclado pero este hombre es el famoso director compositor y autor, el que fue conocido junto a Vargas como los «dos ángeles para el tango » y estaba tocando para mí y claro para toda la gran audiencia. Mis ojos se nublaban de emoción y tomando conciencia del documento histórico que estaba recogiendo en esos momentos para la posteridad.
Conversamos sobre sus comienzos allá por 1920 recordando al famoso local conocido como Palais de Glace la figura de un juvenil D´Arienzo, de otro jovencito Troilo, así hasta despuntar la dorada década del 40 donde se une a su orquesta típica un cantor de gran arraigo Angelito Vargas donde con el paso del tiempo llegan a registrar conjuntamente casi un centenar de obras, A pan y agua, Agua florida, Adiós arrabal y compositor de una joya entre otras que es el tango Tres esquinas.
El recuerdo para Matos Rodríguez a quien mucho admiraba a Carlos César Lenzi, Pintín Castellanos, Víctor Soliño y una evocación muy especial hacia la figura de Carlos Gardel a quien conociera promediando los años 20 en la noche porteña cuenta algunas anécdotas muy jugosas y evalúa la etapa Gardel – Le Pera, como un dueto que ha quedado para la mejor historia del tango.
Textos: Alfredo Carlos Dighiero
Programa de archivo