GOGO NO EIKO (Un Día De Gloria).

Ópera en dos actos de Hans Werner Henze.

18.02.2025 | tiempo de lectura: 2 minutos

Hacia finales de los años 1980, el célebre compositor alemán Hans Werner Henze (1926-2012), operista de gran renombre durante la segunda mitad del siglo XX y parte del actual decidió componer una nueva ópera.

Para la misma utilizó como fuente de material la novela GOGO NO EIKO o UN DIA DE GLORIA del escritor japonés Yushio Mishima, la cual fuera conocida en su versión operística original con un libreto en alemán bajo el nombre de DAS VERRATENE MEER o EL MAR TRAICIONADO.

Mishima publicó su oscura, claustrofóbica y salvajemente demencial novela en 1963, mientras que la ópera de Henze sobre la misma recibió un tibio estreno en Berlín en el año 1990.

Años más tarde, a principios de 2003 por sugerencia del director orquestal Gerd Albrecht, Henze decide reformar la ópera original, componiendo casi 20 minutos de música nueva, eliminando algunos pasajes de la ópera original, y por sobre todo realizar la titánica tarea de traducir el libreto original a la lengua japonesa.

Para esta ocasión Henze retornó a GOGO NO EIKO, el nombre original de la novela de culto de Mishima, que se traduce como UN DIA DE GLORIA, si bien manteniendo a los mismos personajes y situaciones dramáticas de la ópera seminal.

El laberíntico ambiente propuesto por el célebre poeta y escritor suicida japonés nos confronta con la historia de Fusako, una joven viuda quien se enamora de un oficial naval.

La música de Henze aquí, lejana a la de L’UPUPA su anterior ópera también estrenada en los Festivales de Salzburg tres años antes, ejerce un efecto abrasivo con brutales efusiones en la percusión, cuerdas que parecen cortar y aguijonear, y presionados pasajes en los vientos de metal que nos confieren toda la amenaza hipnótica de la obra de Mishima a modo de narrativa onírica.

Pero aún a pesar de todo ello, podemos considerar a GOGO NO EIKO como una de las óperas más cercanas al lirismo de todas las compuestas por Henze, retornando al mundo de otras anteriores como EL REY CIERVO de 1955 o su absoluta obra maestra, LAS BASARIDES de 1965.

Yendo aún más allá, podemos hasta llegar a confundirnos y percibir por momentos a  un fantasmagórico pero falso neo-romanticismo.