Irrelohe

de Franz Schreker.

01.10.2024 | tiempo de lectura: 2 minutos

Tenemos el gran orgullo de presentar en LOS MEJORES TITULOS DE LA OPERA, IRRELOHE,  un importante trabajo lírico realizado por el compositor austríaco Franz Schreker, que podría resumirse perfectamente en las palabras del poeta Richard Dehmel: “Desde la sombría inestabilidad mental, hacia la brillante luz ardiente”.

Musicalmente siguiendo la estética wagneriana, Schreker empleó en su nuevo arte una pluralidad de valores entre los que se hallan el romanticismo, el naturalismo, un alto contenido simbólico, e influencias del impresionismo francés.

No se hallan ausentes en su música tampoco experimentaciones tímbricas, así como extensiones de las fronteras tonales, sin llegar al dodecafonismo como técnica única de composición.

Pero la característica más sobresaliente de las 9 óperas en total compuestas por Franz Schreker reside en su concepción de teatro musical total, dentro de los cánones artísticos del nuevo siglo XX, idea que deriva naturalmente de la Gesamtkunstwerk u Obra de Arte Total,  propuesta por Richard Wagner.

IRRELOHE, la ópera que presentamos esta noche fue compuesta entre 1919 y 1924, luego que el músico alcanzara su consagración absoluta con la ópera EL BUSCADOR DE TESOROS, que ya hemos presentado anteriormente.

Su génesis es del todo curiosa: Durante un viaje de Viena a Nürnberg en marzo de 1919, Schreker quedó dormido en el vagón dormitorio del tren que lo transportaba, para despertarse en el momento en que el conductor vociferara el nombre de la estación donde se hallaban, de nombre “IRRLOH”.

Automáticamente la fértil imaginación del compositor tejió la trama de la nueva ópera, y en pocos días el libreto se hallaba pronto.

Estilísticamente IRRELOHE marca el punto de partida de la producción temprana del compositor, y señala el comienzo de su última fase, en la que descendiera por completo de la gloria que había alcanzado a fines de los años 1910.

A pesar de esto, IRRELOHE es una absoluta obra de arte, al igual que toda la producción de este brillante compositor, poeta, director orquestal, y pedagogo musical.

Debido a sus altas connotaciones pansexualistas, la ópera no agradó al público de la época, quien la consideró altamente atrevida y desvergonzada, desde su propio estreno en 1924, dirigido por Otto Klemperer.