La custodia presidencial: la actualidad y el pasado

Alfonso Lessa

14.10.2022 | tiempo de lectura: 3 minutos

El llamado caso Astesiano abrió, sin duda, una brecha en la coraza del gobierno, inesperada y compleja.
El tema llegó al Parlamento dando lugar, como era esperable, a un arduo debate que no quedó en el caso Astesiano ya que la estrategia oficialista, pasó por abrir la discusión a un abanico más complicado.

El historiador José Rilla tiene, entre sus destacados trabajos, uno que titula “La Actualidad del pasado” y lo enfoca en “los usos de la historia en la política de partido del Uruguay (1942-1972)”.

El título del libro, aunque en realidad refiere a algo mucho más vasto y profundo, bien podría aplicarse a lo que ocurrió en el Senado, cuando en respuesta al caso Astesiano, el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, repasó una lista de custodias de los gobiernos de Vázquez y Mujica con antecedentes penales, algunos muy graves vinculados al narcotráfico e incluso al homicidio.

Lo que pasó con Astesiano resulta inexplicable y nunca debió haber ocurrido. Ha sido, efectivamente, recurriendo a metáforas deportivas, un error no forzado y un gol en contra.

Que un hombre vinculado a una organización de pasaportes falsos, que aparentemente incluso actuaba en ese sentido en la propia sede del gobierno, llegara a ocupar un cargo de la custodia presidencial, constituye un hecho que puede afectar la imagen de un mandatario que la ha cuidado mucho. Y que la ha mantenido en alto, aun atravesando crisis muy serias como la del COVID y, ahora, los efectos de la guerra de Rusia contra Ucrania, tan minimizados y poco considerados por estas tierras, pero que está golpeando muy seriamente la economía en el mundo al que no somos ajenos.

Pero volviendo al caso Astesiano, se ha intentado desde el gobierno afirmar que no era el jefe de la custodia presidencial, sino del presidente.

Las dos partes presentaron documentos en un sentido contrario: El prosecretario de la Presidencia, Rodrigo Ferrés, exhibió el decreto de marzo de 2020 por el que se nombró como jefe de la custodia presidencial a otra persona; el senador Sánchez, en tanto, mostró un par de documentos defendiendo su postura, en uno de los cuales se mencionaba a Astesiano como el jefe de la custodia, en una delegación que viajaba al exterior.

Parecería que desde perspectivas diferentes y de un modo u otro, los dos tenían razón. Pero a los efectos del fondo de la cuestión, esa distinción resulta una sutileza, dada la gravedad de lo ocurrido.

En ese caso, además, más allá de lo institucional, ¿Qué tan confiable puede resultar alguien con antecedentes para el presidente y su familia? De algún modo el propio presidente Lacalle Pou destacó eso, apenas se divulgó esta situación.

La defensa del gobierno, como ya se mencionó, incluyó un ingrediente bastante sorpresivo y sorprendente. Aplicando aquel viejo lema de que no hay mejor defensa que un buen ataque, el ministro Heber puso sobre la mesa los antecedentes de custodias de los gobiernos de izquierda.

El gobierno también retrocedió en el tiempo respecto al origen de esta banda, que ubicó en 2013 y no ahora, cuando gobernaba el FA período en el cual se falsificaron 140 pasaportes, mientras ahora fueron 55.

Y dio a conocer que uno de los rusos imputados actualmente, ya pedía en el gobierno de Mujica, a través de una carta de su secretaria al Ministerio del Interior, un pasaporte. La dirección era la del mismo escribano involucrado ahora.

Desde el Frente Amplio se criticó que el oficialismo, habiendo sido convocado a informar sobre el caso Astesiano, se refiriera a los gobiernos de la coalición de izquierda.

Pero este giro, según crónicas parlamentarias, sorprendió y descolocó al Frente Amplio.

Una de las preguntas que cabe es si estos hechos ya estaban en conocimiento del actual gobierno desde hace tiempo y fueron sacados ahora de la manga, o aparecieron en la búsqueda de antecedentes para esta comparecencia del ministro.

Y otra refiere al planteo de los custodias de los gobiernos frentistas, porque: ¿puede sorprendernos esta apelación a un pasado tan reciente, teniendo en cuenta las prácticas políticas no solo en Uruguay, pero en este caso particularmente en Uruguay? Y habría que responder que no, que ha sido y es una práctica bastante común en el Uruguay.

Ex presidentes de todos los partidos pueden dar cuenta de ello: acerca de los temas, las críticas y los cuestionamientos que surgieron después de dejar sus gobiernos y fueron usados en su contra. En algunos casos en largos procesos de discusiones. Y en otros, como en el caso de Jorge Batlle, apelando a una acusación de décadas que luego se demostró falsa.

Parecería que, con el planteo de estos antecedentes, el gobierno logró atenuar bastante el impacto del caso Astesiano, aun cuando todavía falta mucha información e instancias en el ámbito judicial.

Un caso que de todos modos provoca desgaste y suma a los factores que puedan eventualmente ser negativos.
Otra pregunta que cabe realizarse es qué tanto influyen casos como este en la opinión pública -más allá de círculos políticos y militantes- y no sólo en el corto plazo, que es cuando podría sentirse el mayor impacto. Sino en el mediano y largo plazo e incluso a la hora de votar.

Parecería, además, que sea quien sea el que esté en el gobierno, las formas de definirse las custodias presidenciales deberían tener otros controles y exigencias.