La laicidad y su alcance: un debate que siempre vuelve
Alfonso Lessa
27.03.2025 | tiempo de lectura: 3 minutos

Los debates sobre la laicidad muchas veces no aparecen como una prioridad en las agendas políticas y electorales, pero una y otra vez vuelven a plantearse en nuestro país por motivos diversos.
Recordada es la extensa y profunda discusión parlamentaria que se produjo a raíz del planteo para instalar la cruz en Bulevar Artigas, en recuerdo de la visita del papa Juan Pablo II.
La reciente presencia del presidente de la República, Yamandú Orsi, en una ceremonia interreligiosa en la Catedral de Montevideo en la que hubo oraciones por el bien del país y por la suerte del gobierno, volvió a poner sobre la mesa una discusión tan antigua y polémica como el Uruguay: cuál es el alcance de la laicidad.
La polémica se potenció por el hecho de que el presidente estuvo acompañado del canciller Mario Lubetkin y del prosecretario de la Presidencia, Jorge Díaz, lo que para los críticos dio una inequívoca dimensión de Estado a esa delegación.
Cinco años atrás la polémica fue la misma, aunque con otro protagonista: el que concurrió a la ceremonia en la Catedral con algunos ministros fue el entonces presidente Luis Lacalle Pou.
La ceremonia fue organizada en las dos ocasiones por la confraternidad judeo–cristiana.
El cardenal Daniel Sturla estuvo acompañado en esta ocasión por los restantes copresidentes de la confraternidad; el rabino Daniel Dolinsky y por el pastor evangélico Jerónimo Granados; así como por el obispo de Canelones, Heriberto Bodeant.
No fue, vale aclararlo, una misa, pero la polémica entonces no demoró en encenderse una vez más.
Uruguay es el país menos religioso de América Latina, pero no puede negarse que la Iglesia Católica ha sido desde siempre un actor relevante en la vida del país. Como también lo son la colectividad judía, los evangélicos y otras religiones.
Ahora bien: ¿Estas ceremonias con la presencia de miembros del gobierno significan una adhesión religiosa del Estado y rompen con lo establecido en la Constitución”?
Como siempre hay más de una mirada sobre esto, pero sobran los ejemplos de contactos de mandatarios uruguayos y otros jerarcas de diferentes gobiernos con autoridades religiosas. Aquí y en el exterior, por ejemplo en el Vaticano, más allá de lo diplomático.
¿Qué dice la Constitución?
No habla expresamente de laicidad, pero deja muy claramente establecido su propósito, desde la reforma de 1917 impulsada por el batllismo: “Todos los cultos religiosos son libres en el Uruguay. El Estado no sostiene religión alguna”.
Y la siguiente gran pregunta es: ¿La concurrencia de miembros de un gobierno a una ceremonia de este tipo determina que el Estado esté sosteniendo una religión”?
En principio la lógica indica que no. Salvo, claro está, que se transforme en algo habitual en nombre del gobierno.
"Laicidad no es laicismo, es no tener una religión oficial, no significa no tener una creencia", explicó Lacalle Pou en su oportunidad al salir de la ceremonia.
Cabe reconocer, de todos modos, que el concepto de laicidad se ha extendido desde la separación del Estado de la Iglesia, a diversos ámbitos sociales, empezando por la educación.
No es obviamente ni la primera ni la última polémica sobre un asunto para nada menor.
Muy recordado, pero diferente y polémico, fue la celebración de misa el Día del Ejército, que comenzó cuando el actual senador Manini Ríos eracomandante en jefe. Un rito que se ha reiterado desde entonces todos los 18 de Mayo.
Orsi habló de “mensajes fuertes de esperanza, cargados de fe y de religiosidad, pero también de responsabilidad de hacer las cosas bien por el pueblo”. También anunció que estará disposición de las distintas congregaciones o credos, dispuesto a facilitar espacios de diálogo.
Ese anuncio quizás abra las puertas a nuevos debates en los que existen, como se ha visto, puntos de vista muy controversiales.