Piedras de Afilar se prepara para una fiesta con comidas criollas y pruebas de rienda

El centro poblado se encuentra a solo cinco kilómetros de los balnearios más concurridos del este canario

26.04.2022 | tiempo de lectura: 2 minutos

En Piedras de Afilar las calles llevan el nombre de los vecinos. Los héroes que menciona el nomenclátor son los padres, abuelos o bisabuelos de quienes recorrer las calles polvorientas que rodean las dos manzanas del pueblo. Está a solo cinco kilómetros de los balnearios más concurridos del este canario.

Junto a los perros que duermen arrollados en la tosca al frente de un viejo almacén, descansa un arado viejo, un tractor que desvaría, la trilladora y las bicicletas que los gurises dejan tiradas cuando los llaman a comer.

La tierra empieza a arrugarse al llegar a la Cuchilla Alta y la sierra casi se vuelve montaña al pie de Las Animas.

El arroyo Solís Grande viene serpenteando entre los montes de acacia negra y tembetarí, sin saber que en apenas a un rato le espera la trágica emboscada de sal marina y oleaje casi océánico del Río de la Plata.

Del lado sur, los balnearios más concurridos del este, Santa Ana, Santa Lucía del Este, estallan en verano.

Con oído fino, los días en noches de viento sur, se puede escuchar el rugido de la ruta más transitada del país, la Interbalnearia.

Cuando comienzan las clases y los turistas están pensando en estrenar sus abrigos lejos de la costa, los nueve alumnos de todos los grados que tiene la maestra Beatriz Espina en la escuela rural 91 chocan los cinco, celebran el reencuentro y esperan la hora del recreo.

Tienen para compartir cinco horas al día que multiplicarán por cinco días en la semana, por cuatro en el mes y así hasta diciembre atravesando todas las estaciones.

Beatriz está convencida de que la esencia de la escuela rural puede ser una experiencia enriquecedora para muchos de los niños que concurren a las escuelas urbanas del sur distantes a solo diez minutos y tienen hoy saturación en las clases, a veces hasta 40 en una zona cada vez más poblada que demanda servicios.

Si bien hoy la escuela 91 es unidocente y tiene todos los grados en un mismo grupo, hay posibilidades de recibir a más alumnos y hasta podría crearse un turno de grado completo brindando otro enfoque a la educación.

Hoy, el programa de Primaria no distingue entre las escuelas rurales y las urbanas, lo diferente lo hacen los entornos, los alumnos, sus historias y la impronta de la maestra que dirige la pequeña comunidad educativa.

El próximo 1 de mayo será diferente para Piedras de Afilar, trabajan incansablemente para una fiesta con comidas criollas, pruebas de rienda, desfile hasta la caída del sol . Después, los más chicos al sobre y los más grandes al baile, aunque Beatriz advierte “no se olviden que otro día hay que ir a trabajar”.

La escuela se llueve y tienen que resolver unas cuantas reparaciones para preparar el invierno, también quieren hacer un viajecito al final del año que los chiquilines ya emprendieron solo imaginando, aunque aún no se hayan puesto de acuerdo en el destino.

A Piedras de Afilar se llega en cualquier tipo de vehículo por la entrada de Interbalnearia antes del peaje del Solís o por ruta 70 que se toma por la 9. También hay una forma por Estación Floresta o Soca aunque más rústica, “para aventureros”.

Este domingo todos los caminos conducen a celebrar la escuela pública, rural, laica, gratuita y obligatoria.

 

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Texto: Alejandro Montandón.