Portadores de soluciones

Aquello que nos compromete, nos moviliza. “Somos portadores de una promesa”, dice el autor de “La vida plena”, Sergio Sinay. Y agrega el escritor y periodista, “la vida comprometida es la de quien pone su cuerpo, su energía, sus ideas, su voluntad y todos sus atributos detrás de aquello por lo cual su presencia en […]

23.12.2021 | tiempo de lectura: 2 minutos

Aquello que nos compromete, nos moviliza. “Somos portadores de una promesa”, dice el autor de “La vida plena”, Sergio Sinay. Y agrega el escritor y periodista, “la vida comprometida es la de quien pone su cuerpo, su energía, sus ideas, su voluntad y todos sus atributos detrás de aquello por lo cual su presencia en el mundo no habrá sido una simple anécdota, un mero pasaje sin huella. Es la de quien vive en consonancia con una promesa”.
Las soluciones tienen mucho de compromiso, de trabajo y de confianza. Pero sobre todo de tiempo, de ingenio y de superación. Recientemente, en el marco del lanzamiento un programa de capacitación para conectar mujeres inversoras con mujeres emprendedoras, Carolina Machado, directora de Relaciones Institucionales de Socialab, detalló algunas de las barreras que se dan en este ámbito.
Entre ellas mencionó, en base a estudios y análisis, el menor acceso a financiamiento externo por falta de garantías, la falta de tiempo por sus responsabilidades de cuidados y la permanencia de estereotipos de género. Y agregó, “hay un desconocimiento de los procesos de inversión, mayor aversión al riesgo, limitaciones autoimpuestas pero también hay una necesidad e interés de animarse a más”.
Y para eso se necesita tiempo. No es instantáneo. “Los compromisos se van forjando en el camino común”, menciona Sinay, especialista e investigador de los vínculos humanos. En el compromiso va la responsabilidad. Muestra de ello dieron los emprendedores ganadores del Premio Mipyme 2021 de ANDE. “Pasamos dos años estudiando el tema”, dijo Diego Dubarry de Vitanna, una empresa pionera en hacer Harina de Orujo de Uva del Uruguay. “Esto fue ensayo y error”, agregó.
En la misma línea, Marina Caruso de La Yunta de Tacuarembó, un emprendimiento dedicado al cultivo y comercialización de hierbas y hortalizas, recordó que junto a su esposo pasaron muchas horas sin dormir. “Fueron cuatro años de mucho esfuerzo. Éramos nosotros dos solos y hoy tenemos cinco mil metros cuadrados de invernáculo y ocho personas trabajando”.
También en el ámbito de la salud, una doctora recogió en un libro las historias de niños y niñas que pasaron por el proceso de internación, cirugía y recuperación física y psicológica a causa de quemaduras con el objetivo de informar y prevenir. “Después de una auditoria pensé que esas historias debían ser contadas y después de cinco años logré concretarlo”, dijo Beatriz Manaro, Directora Técnica del UNIQUER del Hospital Pereira Rossell. “Hablamos con un escritor para que creara un cuento de modo que tanto los niños como los padres aprendan sobre las consecuencias de las quemaduras y los descuidos”.
Con esto, más allá de los desafíos y particularidades de cada iniciativa, lo que buscamos es identificar con qué estamos comprometidos. Y no necesariamente tiene que ser algo extraordinario. Si no más bien algo que nos oriente y nos brinde un sentido. “No se vive en los márgenes, en la liviandad, en la superficie”, remarca Sinay.
Por eso, en tiempos donde soltar resulta una sana estrategia, es posible pensar también que aferrarnos a ciertas cosas puede habilitar nuevos hallazgos que quizás, solo requerían, un poco más de tiempo.
Confiar en las ideas, en el trabajo colectivo, en la búsqueda constante y en la permanencia para atravesar los procesos ha sido parte del aprendizaje de este camino recorrido y es desde ahí que deberíamos hacer los balances.
Que el compromiso no nos ate, sino que más bien nos libere y nos conduzca hacia eso que anhelamos. Somos portadores de soluciones. La clave está en pensar juntos.