¿Qué está pasando en Chile?

Alfonso Lessa

25.05.2023 | tiempo de lectura: 4 minutos

¿Qué pasó, qué está pasando en Chile, un país que ha tenido tantas oscilaciones y tan contundentes, en poco tiempo?  Y que ocurren justo en vísperas de los 50 años del golpe de Estado encabezado por Pinochet contra Salvador Allende.

Pasamos de aquellas movilizaciones de miles de personas -por momentos con gran violencia- que representaban la disconformidad de mucha gente, pero que las elecciones obligatorias demostraron poco después que no representaban a la mayoría del país; de la elección en segunda ronda de un presidente de izquierda, a la derrota contundente de la reforma constitucional que teóricamente expresaba aquella disconformidad y era apoyada por el oficialismo; hasta llegar a la reciente elección de constituyentes en la que se produjo un aplastante triunfo de la ultraderecha.

En palabras de Rocío Montes, jefa de redacción de El País de Madrid en Chile: “El Partido Republicano ha dado la vuelta a la política chilena”.

Suena exagerado, si, parece exagerado: pero es que la fuerza política liderada por José Antonio Kast fue, esta vez, una de las más votadas de la historia, al menos en varias décadas.

El triunfo de esta fuerza complica el panorama político y los planes del gobierno. Para empezar, tiene a 23 de los 51 puestos del organismo que deberá escribir una nueva Constitución, que de todos modos parece ir encaminada a un acuerdo en aspectos centrales. Aunque el sector de Kast siempre han defendido la vigente y es clara la simpatía de muchos de sus dirigentes con Pinochet.

Pero para explicar lo que está pasando en Chile, hay hipótesis de todo tipo: desde el hecho de que las elecciones pasaron a ser obligatorias, lo que incorporó a una masa decisiva en las elección (los más moderados) a las autocríticas de dirigentes de izquierda que admiten quede sector perdió contacto con la gente y sobre todo con la clase media.

Entre medio existen quienes destacan el hecho de que se confundieron las manifestaciones con una expresión mayoritaria de los chilenos —debe tenerse mucho cuidado al identificar capacidad movilización con el voto— e incluso de la influencia que aquello generó provocando temor en sectores conservadores.

Algunos analistas destacan la existencia de problemas generacionales con una cierta ruptura entre los jóvenes que gobiernan hoy y quienes gobernaron antes. Entre estos se destacan un importante analista, sociólogo y académico chileno, Carlos Peña, que justamente un par de días antes de la elección presentó en la Feria del Libro de Buenos Aires su último libro con un titulo sugestivo: “Hijos sin padre”. En referencia a la autonomía de una generación que prescindió de la experiencia de sus antecesores.

Enorme masa de votantes

El periodista Ascanio Cavallo, uno de los más destacados y prestigiosas de Chile, Premio Nacional de periodismo, jefe de redacción de la revista HOY, la más importante de la oposición a Pinochet en la dictadura, no tiene dudas: la obligatoriedad del voto, resultó decisiva para incorporar una masa menos politizada y menos radical.

Este proceso relativo a la obligatoriedad del voto fue largo, pero algunos ejemplos:

-En la presidencial de 2021, en la primera vuelta votaron menos personas que en el 2010: sólo un 47,33 %. Gabriel Boric ganó en segunda vuelta gracias a un millón de votos más, que aumentó la participación hasta 55,64 %.

-A la vista de esos resultados, el Congreso decidió reponer el voto obligatorio para el plebiscito que juzgaría el proyecto de constitución emanado de la Convención.

-La participación saltó al 85,86 % y el resultado fue un rechazo de 61,89 %.

-En las últimas elecciones del Consejo Constitucional que deberá redactar un segundo proyecto de reforma, la participación fue de 81,94% y favoreció a la derecha, que en conjunto obtuvo alrededor de un 61 %, más o menos lo mismo que el año pasado.

Ascanio Cavallo dice: “Cualquier exégesis política debería incorporar la aparición de una enorme masa de votantes que procede de la regla del voto obligatorio, para los cuales la discusión constitucional es irrelevante o inconducente, o más simplemente debería ser dirigida por el más conservador de los partidos políticos. Esa masa aprecia el combate contra la inmigración irregular (norte de Chile), contra la insurgencia en nombre del pueblo mapuche (sur) y contra la inseguridad (Santiago), además de la lacerante inflación, que ha sido un fenómeno desconocido para varias generaciones”.

Debe tenerse en cuenta, además, que en realidad no se está discutiendo exactamente sobre la Constitución de Pinochet,o por lo menos sobre sus aspectos más cuestionados, ya que la misma a fue reformada en 1989 y 2005 (con el socialista Lagos): de ese modo se eliminaron las limitaciones políticas y la existencia senadores designados por los militares y otras corporaciones. Ya no se trataría de los rasgos autoritarios sino de legitimar una mayor intervención del Estado en la economía que, entre otras cosas, podría promover menos desigualdad en algunas áreas.

“El problema somos nosotros mismos”

Paulina Vodanovic, senadora, líder socialista de Chile, hija de un destacado política del mismo partido (que tuvo solo 6 % de votos) hizo una lectura con al menos dos factores interesantes: Por una parte señalo que “a 50 años del golpe, tenemos una derecha democrática debatiendo una nueva Constitución”. Es decir, no golpista.

La senadora también realizo una fuerte autocrítica de la izquierda que, como la derecha tradicional, está dividida. “Hoy, —dijo— el problema de la izquierda y de la centroizquierda en Chile somos nosotros mismos”, reconoce. “Falta no solo el análisis profundo de todas estas derrotas, sino una lectura de futuro. De cómo lo revertimos con una visión de largo plazo”.

“Desde las izquierdas chilenas hemos perdido una visión estratégica”. Y añadió: “Ha faltado reflexión respecto de quién es el pueblo, a quién le estamos hablando, porque el pueblo de Allende hoy no existe. El PS nació hace 90 años buscando interpretar no solo al proletariado, sino a la clase media profesional y emergente. Y hoy, ese mundo no necesariamente es interpretado por la izquierda. Le hablamos a un otro que no sabemos representar. La clase media chilena, que hoy se siente abandonada, tal vez observa con esperanza las nuevas ofertas como las del Partido Republicano. Empatizar con las necesidades de la gente es más necesario que nunca”.

“La izquierda —prosiguió— encuentra siempre más puntos de disenso que de consenso. En cambio, la derecha busca unirse y hoy ha unido a Chile en torno al miedo”.

En la Feria de Buenos Aires hubo también una mesa de tres escritores, algunos notoriamente de izquierda, muy críticos con la constitución rechazada. Entre otras cosas, porque era un texto excesivo, que pretendía abarcar tanta cosa, tanta diversidad de temas y con tanto detalle, que resultaba ilegible.

Lo cierto es que Chile vive momentos de confusión política que, hecho tras hecho, ha determinado una mayor debilidad de un presidente de izquierda que desde que asumió en general planteó un discurso moderado.

Con partidos de izquierda —moderados y de ultraizquierda— debilitados y divididos, con los partidos de la derecha tradicional también muy debilitados y una ultraderecha fortalecida, la situación no resulta nada fácil para el joven presidente chileno.