Saber mirar y escuchar las señales del universo
Columna de Carlos Vera
18.05.2023 | tiempo de lectura: < 1 minuto
Desde siempre la humanidad, en cualquier estado tecnológico que se encontrara, miró el cielo nocturno, muy complejo, y también el diurno, más simple, por la fascinación que despertaba y las interrogantes que le dejaba.
Intentó acomodar sobre el suelo terrestre piedras y rocas en astutas configuraciones para que lo que veía del cielo se conjugara con estas construcciones en Tierra y trajera a la civilización humana la información que venía desde el cielo que observaba.
Los primeros observatorios lo atestiguan hoy: el Observatorio de Goseck (Alemania), año 4900 AC, y el Observatorio de Stonehenge (sur de Inglaterra), año 3100 AC.
Siempre con mirada a ojo directo... Hasta 1609, cuando Galileo interpone entre el ojo humano y el objeto a mirar nada más y nada menos que el primer telescopio astronómico.
En 1845 se logra la primera fotografía telescópica del cielo nocturno. En 1956 se instala el primer radioscopio. Luego el espectroscopio y, finalmente, el 25 de diciembre de 2021... la humanidad da a luz su maravilloso ingenio: el observatorio espacial James Webb.
Viajero de la Ciencia, columna de Carlos Vera en Justos y pecadores