Denuncias sin escrúpulos

Por Leonardo Luzzi

16.05.2024 | tiempo de lectura: 2 minutos

En la historia reciente, la de los últimos 40 años por poner una fecha, no se vio en Uruguay una denuncia falsa de tal magnitud como la presentada contra un candidato presidencial. Hasta ahora.

Denuncia incluso que, mientras se creyó cierta —y así lo marca la ley de género, que hay que avanzar mientras se crea verosímil el relato de la supuesta víctima— obligó a la policía y a fiscalía a investigar, a invertir tiempo, concretar detenciones, periciar celulares y gastar recursos económicos de la sociedad. Todo por una vil mentira.

Dos mujeres trans, Romina Celeste Papasso y Paula Díaz inventaron, como ellas lo reconocieron, una historia increíble contra un hombre, Yamandú Orsi, a quien acusaron de violento, en un hecho que, según juraban, había ocurrido hace 10 años en el Parque Roosevelt.

Los dardos no fueron dirigidos a cualquier ciudadano desconocido. Fueron, en plena campaña electoral, contra el candidato del Frente Amplio para las internas. Candidato, además, que, como otros pocos, tiene chances de ser el próximo presidente de Uruguay.

El detalle es que al empezar la investigación se determinó que se estaba ante una gran mentira impulsada por esas dos mujeres trans, ávidas de dos minutos de fama, que ahora deberán pagar por su ofensa y los delitos que cometieron.

También quedó destruida la credibilidad —poca o mucha si la tenían— de Romina Celeste Papasso y Paula Díaz.

Díaz era hasta ahora una persona desconocida que, según surgió, ejerce la prostitución. Romina Celeste Papasso había instalado su nombre en el caso del exsenador Penadés y, antes, cuando había sido detenida por agredir a un funcionario municipal que trataba de calmarla cuando ella fue a una manifestación claramente frenteamplista que vitoreaba a Lula Da Silva, el presidente de Brasil, en su visita a la Intendencia de Montevideo.

Claro que en campaña política enseguida se hacen cálculos y se tironea un poco más de la piola para ver qué surge tras la denuncia de Papasso y Díaz (que en un principio se aceptó como verdadera) y la comprobación luego de que todo era una historia llena de falsedades.

Fue así que se plantó la semilla desde el Frente Amplio de que detrás de estas dos mujeres había “una campaña política”.

Hubo incluso un cuidado en no decir “campaña política partidaria”, lo que obligaría a dar nombres de dirigentes y de partidos.

No obstante, en un hecho de impacto como este, la sola mención genérica de decir que había una campaña política alcanzó para generar suspicacias y en el aire sembrar la idea de que realmente pudo haber detrás algún partido.

Se supone, según esa teoría, que ese partido es de la coalición de gobierno para perjudicar a un eventual duro rival como Orsi.

También puede ser, como se tiró al pasar de que todo esto de Romina y su socia, sea algo de la propia interna frentista donde hay una clara polarización entre Orsi y Carolina Cosse.

Cabe preguntarse, puertas adentro, si esto lo armaron solas estas dos mujeres trans o si hay algún otro apoyo logístico o intelectual que las utilizó.

También es cierto que, en política y en periodismo, no se puede acusar sin pruebas y hasta ahora no se presentó ninguna en fiscalía.

De surgir pruebas reales y no meras suspicacias de que hay alguien detrás de la denuncia armada, entonces sí habrá que investigar y castigar.

De lo contrario solo se buscó embarrar la cancha.