Un Presidente fortalecido y un FA revitalizado

Por Alfonso Lessa

29.03.2022 | tiempo de lectura: 4 minutos

“Etapa superada”, dijo el presidente Luis Lacalle Pou en la noche del domingo, luego de confirmarse la ratificación de la LUC, seguramente sintetizando en esas dos palabras el sentimiento que predominaba en el oficialismo: que se había removido un obstáculo que obligó al gobierno a dedicar muchas energías y que había superado el riesgo de no contar con un instrumento legislativo que consideraba crucial.

Es cierto que la diferencia fue muy ajustada y que los promotores del SI lograron una gran votación, pero los grandes ganadores fueron el presidente Lacalle Pou y la coalición multicolor. Medir este resultado en términos electorales y proyectarlo automáticamente al futuro constituye un error. Para el gobierno la cuestión central era poder seguir contando con la LUC y para la oposición, dejarla sin efecto. Ese era el asunto y el resultado fue el de mantener en pie la norma. Pero si se quisiera hacer una comparación en términos electorales, el presidente también sale bien parado: a poco más de dos años del comienzo de su gestión, después de enfrentar el coronavirus, con una suba del petróleo y una guerra que están impactando la economía del mundo, aún de las grandes potencias, casi mantuvo en términos porcentuales los votos de noviembre de 2019. Desde ese punto de vista, aunque hay quienes creen ver otra cosa, no hubo novedades: el mapa es casi igual -punto más o menos- que el del balotaje. Permaneció casi congelado.
Cuando hay una contienda de este tipo, siempre hay ganadores y perdedores, aunque sea por la mínima diferencia. Ha ocurrido unas cuantas veces en nuestro país. Y cuando se trata de elecciones, el que gana gobierna. Uruguay es una democracia representativa en la que es el Parlamento que el que legisla. Los institutos como el referéndum y el plebiscito son excepcionales.

Los promotores de este referéndum pueden sentirse satisfechos: lograron una gran votación y en particular al Frente Amplio le sirvió para cohesiones fuerzas y movilizar a su gente, luego del impacto de la derrota electoral de 2019 cuando quedó desorientado y falto de conducción. El propio ex presidente José Mujica lo dijo recientemente en el programa En Perspectiva: “esta campaña también es un ejercicio y una puesta a punto de la maquinaria interna. Da una estatura real de nuestra fuerza y nuestras posibilidades Y nos multiplica la presencia en la propia sociedad”. Y añadió que al referéndum se le había otorgado una “importancia desmesurada” ya “que no hay ningún cambio institucional de importancia. Y al otro día, el mundo sigue igual, con el mismo Poder Ejecutivo, el mismo Parlamento, los mismos intendentes”.

Con el referéndum como principal tema el Frente Amplio relegó la autocrítica profunda que no ejerció, pero este resultado -más allá de la cantidad de votos- marca una realidad que no debería ignorar: por poco o por mucho, para la coalición de izquierda es la cuarta derrota consecutiva: octubre, balotaje, departamentales donde retuvo Montevideo y Canelones y ganó en Salto, pero perdió tres departamentos.

Cabe recordar, de todos modos, que, como otros temas en el pasado lanzados por organizaciones sociales, la iniciativa partió del ámbito sindical y al comienzo generó muchas dudas y hasta la oposición de sectores importantes del Frente Amplio. Pero la coalición finalmente se embarcó en la campaña y la izquierda sumó todas las organizaciones sociales y entidades que pudo, al servicio del Sí. Es decir, la izquierda frentista echó a rodar una gran maquinaria por su causa, remó con mucha fuerza y logró sumar y sumar.

La recolección de firmas proyectó la figura de Fernando Pereira que en un hecho sin precedentes pasó automáticamente de la presidencia del PIT-CNT a la del Frente Amplio. Pereira tuvo una fuerte presencia y gran militancia en la campaña que, más allá de lo proclamado, fue pasando de la LUC a temas que no tenían nada que ver con ella como aspectos de la economía y sus presuntas consecuencias. Fue una campaña muy confusa, en la que se mezclaron demasiadas cosas que seguramente generaron dudas en la gente e influyeron en un voto de mucha gente que terminó en una opción binaria más simple: si o no al gobierno.

Pese a proclamar lo contrario, Pereira también cayó en esa confusión de contenidos de la campaña y su discurso del domingo pareció mucho más el del presidente de la central sindical que el del Frente Amplio, en un estrado en el que llamó la atención la ausencia de figuras de primera línea de la coalición, al menos rodeando a Pereira. Y este será uno de los tantos desafíos que tendrá ahora el presidente del FA: el modo de administrar las relaciones y hasta la ecuación de fuerzas entre el sindicalismo -fortalecido por su iniciativa- y la coalición de izquierda. Ya en 1985 el general Líber Seregni -la máxima figura histórica de la izquierda- advertía sobre este tema: “el Frente -señaló- como fuerza política no puede ir a rastra de ninguna fuerza social” y “la línea política la tiene que marcar el Frente”.
Una cosa es presidir el FA en una situación en la que todos reman con mucha fuerza hacia el mismo lado y otro muy distinta, la vida diaria de una coalición heterogénea y diversa.

Pereira -que consolidó su presencia en primera línea del escenario político- realizó por momentos un discurso muy duro y gastó demasiado tiempo -sobre todo en la última etapa- en quejarse en particular de los medios y los periodistas y el poder de que dispuso el oficialismo (como siempre ocurre, con cualquier gobierno). Olvidó, sin embargo, que, con este mismo panorama de medios, el Frente ganó tres elecciones consecutivas a nivel nacional y no pierde la Intendencia de Montevideo desde 1989.

Entre sus aciertos, debe contarse la capacidad de preservar los puentes con el presidente Lacalle, un elemento clave para para la estabilidad y el futuro del país. Sobre todo, cuando el Uruguay tiene por delante asuntos pendientes tan importantes como el de la seguridad social, que toca a todos porque sus efectos se verán en futuros gobierno, o sea que eventualmente también puede afectar a la izquierda. Este es uno de los temas que pueden generar acuerdos. No habrá una mesa de diálogo sobre todos los temas, no habrá co-gobierno, pero hay puntos en los que se puede o debe intentar un entendimiento, dejando de lado intereses electorales aún lejanos.

Lo cierto es que el referéndum ratificó la existencia de dos grandes bloques que hoy se expresan en otras tantas coaliciones, realidad que parecería proyectarse al futuro. Y para ambas coaliciones fue una oportunidad para fortalecerse como tales. El Frente pudo rehacerse después de 2019 y la coalición Multicolor mostró a todos sus partidos comprometidos y a sus principales figuras jugando en primera fila.
Desde el punto de vista del mapa político partidario, pueden realizarse muchos análisis, pero en el fondo, no hubo casi novedades.