Violencia de género en adolescentes y jóvenes: un llamado a la reflexión y a la acción

7,8 de cada 10 mujeres mayores de 15 años afirman haber sufrido alguna forma de violencia de género a lo largo de su vida

28.08.2023 | tiempo de lectura: 6 minutos

La violencia de género en adolescentes y jóvenes es una preocupante realidad que afecta a sociedades de todo el mundo. Este fenómeno trasciende fronteras, culturas y clases sociales, dejando cicatrices emocionales, físicas y muertes en su camino. Uruguay, a través de iniciativas gubernamentales y movimientos sociales, busca erradicarla en toda la sociedad y especialmente en las nuevas generaciones.

La última encuesta de prevalencia del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) arroja datos alarmantes: 7,8 de cada 10 mujeres mayores de 15 años afirman haber sufrido alguna forma de violencia de género a lo largo de su vida (acoso, violencia psicológica, física, abuso sexual, etc.).

Por otra parte, el Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia (Sipiav) del Instituto Nacional del Adolescente del Uruguay (Inau) intervino en 10.000 situaciones de violencia en el primer semestre de 2023.

Las cifras de denuncias por violencia de género no bajan. Las mujeres, incluso las más jóvenes, están más empoderadas, ya no temen denunciar y tienen claro que es necesario hacerlo. Los dos últimos femicidios en Uruguay, el de Valentina (17) y el de Natalia (23) atravesaron a toda la población y conmocionaron especialmente a sus congéneres.

Prevención y educación

La directora de Inmujeres, Mónica Bottero, dijo a los Medios Públicos que “está vigente un llamado a una especialista en legislación para reglamentar el artículo de la ley de violencia de género que indica políticas de educación en prevención en violencia”.

Señala que dicha reglamentación “va a implicar una hoja de ruta para el sistema educativo sobre cómo trabajar”. Sabe que “son procesos que llevan su tiempo, que no se logran de un día para el otro”. También destaca que se hizo “un llamado, una consultoría, para una persona que diseñe en la nueva currícula educativa una temática específica en violencia de género”.

En tanto, continúa la campaña “Noviazgos libres de violencia”, liderada por Inmujeres (del Ministerio de Desarrollo Social), que incluye a varios organismos estatales, que se ha transformado en un programa, y en el que ya participaron 90.000 adolescentes.

A través de este, “en los centros educativos se está hablando del tema a nivel masivo”, explica la jerarca. Bottero reconoce que “son temas a veces difíciles de priorizar, ya que el sistema educativo tiene muchas demandas”, pero asegura que “está el compromiso”.

Inmujeres, organismo rector de la política nacional de igualdad de género, logró que a través del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se forme a más de 3000 docentes en el área. Por primera vez este organismo pone en marcha un proyecto sobre violencia de género, y tendrá a Uruguay como pionero.

El presidente de la Administración Nacional de Educación Pública (Anep), Robert Silva, expresó a nuestro portal que estas temáticas hay que abordarlas “en conjunto con todo aquello que hace a la convivencia”. El compromiso de las autoridades es trabajar “durante todo el año”, dijo.

La Anep aprobó un Plan Nacional de Convivencia y un Plan Nacional de Salud Mental, pero los adolescentes este mes reclamaron educación específica y más frecuente sobre VDG. La Administración “está creando 130 cargos de psicólogos, para fortalecer los equipos multidisciplinarios existentes”, sostuvo Silva.

Felipe Paullier, director del Inju, enfatiza que es una batalla que hay que dar como sociedad y duele que cuando hay un suceso tan grave como el de la semana pasada. “Nos llena de bronca y nos hace renovar la importancia de seguir avanzando y profundizando en este tema”.

El sistema judicial y la evaluación de riesgo

Los juzgados y las Fiscalías están desbordados de denuncias. El fiscal de Corte, Juan Gómez, explicó a los Medios Públicos que dentro de las decenas de miles de denuncias por violencia de género “hay de adolescentes y jóvenes, aunque no es lo más frecuente”.

Respecto a la forma de evaluar el riesgo en estas edades, a diferencia de los adultos, explica que “la tendencia humana quizás es tratar de comprender, confiando en que no vayan a ocurrir hechos lamentables como el vivido en la semana pasada”. Considera que “esa es casi una reacción humana y es la confianza que los adultos tenemos en general respecto a los jóvenes”.

Sobre si hay que colocar o no una tobillera a un menor de edad, aclara que “hay un problema de consentimiento”, pero que se debe “privilegiar la seguridad en nuestros jóvenes cuando están en ese tipo de situaciones que uno no espera”. Subraya que “no se debe dejar de pensar que pueden ocurrir”.

Agrega: “creo que sí (hay que colocar tobillera) a partir de ahora, del hecho tan desgraciado que nos remueve a todos y nos obliga a pensar en soluciones, en prevenir, para que nunca más ocurran este tipo de hechos”.

Declara que “definitivamente sí” hay que aplicar medidas cautelares a los menores de edad. “Lamentamos tener que hablar de esos temas”, expresa, pero dice que “todo esfuerzo para prevenir la salud de los jóvenes es necesario”.

Graciela Guido, fundadora de la Red de Mujeres Políticas del Uruguay e integrante del Colectivo Mujeres de Negro, sostiene que “el Poder Judicial viene muy lento”.
Reconoce que “hay que darle más recursos, generar juzgados, dar dinero y poner funcionarios”.

Para la activista “no es un tema de machismo y feminismo y llevarnos a todo el mundo por delante”. Guido, quien integra el directorio del Partido Nacional, afirma que “hay un “debe total en el sistema educativo” y sostiene que “se deben dar muchísimos más talleres, formación e información”.

Escuchar a los adolescentes y a los jóvenes

Abril (18) concurre al Liceo N°8 de Paysandú. Asombra su madurez y la información que maneja. Nos dice que “el patriarcado sigue estando estable” y que “si bien antes era mucho peor porque se naturalizaba y no se veía, y a veces se veía y no se decía, ahora se van tratando los temas, se va hablando y también mostrando”. Tiene claro que “todo tipo de violencia tiene que denunciarse”. Enfáticamente expresa: “tenés que denunciar”, pero aclara que “tiene que estar la ayuda”, es decir que “cuando vas a denunciar lo acepten y que no que se haga caso a la tercera denuncia”.

Abril (16) reclama “una educación y no solo un taller cada tanto”. Agradece que en el liceo se hable de VDG, pero está segura de que “tendría que ser más seguido, o que brinden a los adolescentes mucha más información y ayuda sobre qué hacer en esos casos y cómo prevenirlos y evitar que ocurran las cosas que pasan hoy en el país”.
Sobre la percepción de adolescentes y jóvenes sobre qué es VDG, dice que “la mayor parte es sobre violencia física, cuando claramente la VDG abarca mucho más, como psicológica, sexual, emocional, y se tiene tan normalizado que ni siquiera se considera violencia, y por eso es importante concientizar en esto”.

Ezequiel (18) vive en Colonia Nicolich y pertenece a la Organización Meraki. Considera que hay una relación entre virilidad y violencia: “Una cierta mayoría siente cierto poder, eso de yo soy hombre, puedo ejercer violencia, puedo hacer lo que a mí se me antoje, utilizar a la mujer como objeto, sentirse hombre y demostrarlo así, demostrar también con otros hombres la virilidad a través de la pelea, de la violencia, pero también la toxicidad, de controlar relaciones, eso de ‘vos sos mía y de nadie más’”.

Un desafío a contrarreloj

Los adolescentes y jóvenes tienen derecho a vivir una vida libre de violencia. Es un desafío global que requiere una respuesta colectiva y urgente. En Uruguay es posible dar mayores pasos hacia la prevención y erradicación de esta violencia. La educación formal, los programas gubernamentales, la acción de los colectivos feministas y de las distintas comunidades son piedras angulares en este proceso. Solo a través de un esfuerzo sostenido y coordinado se puede crear una sociedad donde las nuevas generaciones puedan vivir en relaciones libres de violencia de género.

Este tipo de violencia se batalla en todos los ámbitos. Hay que enseñar a adquirir el hábito de relacionarse de otra forma. Esta tarea compete a los adultos, generando conciencia y un cambio cultural para que este flagelo no se perpetúe.

Los colectivos feministas, en Uruguay y en todo el mundo, influyeron de manera contundente en la lucha contra la violencia de género, alzando la voz, promoviendo marchas y protestas, y poniendo el tema en la agenda pública.

Aprender la sororidad

Cada vez son más las adolescentes y las jóvenes que marchan por los derechos de las mujeres y trabajan activamente para combatir la VDG. Pero no todo queda en una simple caminata, un pañuelo atado en el brazo y el puño en alto. Actualmente las jovencitas saben que deben apoyarse entre ellas, protegerse, defenderse, que deben hacer algo por la otra, en el liceo, en el club, en el barrio, en su trabajo, en su cooperativa, donde sea. Es una nueva forma de ver la realidad.

Desde la psicología se afirma que los celos se aprenden culturalmente. “Las diferencias entre hombres y mujeres con respecto a los celos no se atribuyen desde la perspectiva antropológica y sociocultural a influencias de carácter evolutivo, sino a los procesos y estructuras sociales que crean y mantienen estas diferencias”. (Eagly 1987).

También es común escuchar en la niñez que “si te pega es porque gusta de vos”, o “si te cela es porque te ama”. Las jóvenes deben saber identificar cuándo están sufriendo VDG: controla cómo te vestís, se burla de ti, te grita, te humilla, pide tus contraseñas, controla tus salidas y tus amistades, pierde el control, revisa tu celular, te obliga a mantener relaciones sexuales aunque no quieras, te dice que si lo dejás se mata o te mata, te agrede verbal o físicamente, te manipula, quiere imponer su voluntad, etcétera. También deben saber que las “bromas” machistas, arrimarse o tocar el cuerpo sin consentimiento, despreciar, desvalorizar o ignorar a la mujer, es violencia.

Las adolescentes y las jóvenes necesitan y tienen derecho a sentirse y vivir seguras.

TELÉFONOS MIDES PARA DENUNCIAR VDG:
0800 4141
*4141

Texto: Magela Camelo

Foto: Ricardo Antúnez / Adhocfotos