El periodista Alfredo Carlos Dighiero recuerda a Anibal Troilo
Dirección: Dra. María Magdalena Dighiero
Remasterización: Horacio Malnero
13.07.2025 | tiempo de lectura: 2 minutos

Capítulo 02 de 02
El bandoneón de los recuerdos
Era una tarde templada en Buenos Aires, allá por 1981, cuando el periodista Alfredo Carlos Dighiero cruzó la puerta de un apartamento lleno de historia, iba en busca de algo más que palabras: quería tocar el alma de un hombre que ya no estaba, pero que seguía respirando en cada nota de tango que sonaba por las calles. Ese hombre era Aníbal Troilo, "Pichuco", cuya sombra aún se extendía larga y vibrante sobre la historia del tango.
A 50 años de su nacimiento y seis desde su partida, Dighiero tenía una misión: evocar al maestro a través de quien mejor lo conoció, su esposa y compañera de toda la vida, Zita. Ella lo recibió con una calidez silenciosa, entre discos, retratos y un bandoneón que ya no sonaba, pero que parecía mirar.
La entrevista fue un viaje íntimo. Zita, con la voz entrecortada a veces por la emoción, tejía recuerdos de los días felices y también de los más oscuros. Habló del arte y del hombre, del Troilo que dirigía con alma su famoso conjunto, de los cantores que pasaron por su vida, de los teatros colmados y las grabaciones que hicieron historia.
Dighiero escuchaba atento, mientras aparecían nombres que eran como estrellas en la noche del tango: Manzi, Discépolo, Grela… y, por supuesto, Astor Piazzolla, con quien Pichuco compartió una amistad intensa y creativa. También evocó aquella fugaz pero inolvidable vez que Troilo vio a Carlos Gardel en 1933, un encuentro breve que le dejó una admiración profunda y eterna.
Entre fotos y silencios, la voz de Zita tejía un homenaje vivo, mientras desde un rincón invisible del "Archivo de la Memoria" emergían las figuras de Piazzolla, Tito Reyes y Roberto Grela, como fantasmas queridos que volvían a escena, sólo por un momento, para decir: Pichuco sigue entre nosotros.