Las joyas del Archivo Nacional de la Imagen y la Palabra

Está ubicado en el corazón de la Ciudad Vieja, en Sarandí y Misiones

15.09.2023 | tiempo de lectura: 6 minutos

Los archivos nacionales desempeñan un papel fundamental en la preservación de la historia de una nación y en la promoción de la cultura. No solo rescatan el pasado: enriquecen el presente y el futuro. Son guardianes del patrimonio cultural y de la memoria de un país y su pueblo, salvaguardando registros de hechos, dichos y personas que hacen a la identidad de una patria.

En Uruguay, el Archivo Nacional de la Imagen y la Palabra del Sodre (Anip) es fiel custodio de un pasado invaluable y se erige como un faro de conocimiento. Alberga tesoros que guardan una historia de más de 100 años: su acervo garantiza que la rica cultura de este país perdure para las generaciones venideras.

Colecciones como las del fotógrafo inglés de principios del siglo XX Fitz Patrick o la de Adolfo Armellino, la del cineasta Carlos Alonso, que incluye la película muda «El Pequeño Héroe del Arroyo de Oro” (inspirada en la historia real del niño uruguayo Dionisio Díaz), el filme “LapPaz de 1904” (primer registro documental sobre la última guerra civil entre blancos y colorados), dirigido por Henri Maurice Corbicier, una biblioteca especializada en cine y proyectores de cine que abarcan diferentes años y marcas, predominantemente de 35 mm. y 16 mm. son algunas de esas joyas que preserva el Sodre, organismo del Ministerio de Educación y Cultura (MEC). El Anip también custodia la más extensa y antigua colección de negativos fotográficos en diversos formatos: supera los 90.000, siendo las placas de vidrio el soporte predominante.

Preservar la memoria y la tarea de poner la casa en orden

El Archivo Nacional de la Imagen y la Palabra está ubicado en el corazón de la Ciudad Vieja, en Sarandí y Misiones, y cuenta con una gran sala de exposiciones, con entrada gratuita. Su acervo es de libre acceso y el Consejo Directivo más joven en la historia, especialmente su actual presidente, Adela Dubra, se puso hombro la tarea de ordenar y rescatar parte de ese valioso caudal, según afirmaron en 2020 en conferencia de prensa el ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, y la subsecretaria de esta cartera, la historiadora Ana Ribeiro, quienes lamentaron el estado en el que lo encontraron las nuevas autoridades cuando asumieron.

Dubra era entonces la vicepresidenta del Sodre (Martín Inthamoussú era el presidente). En esa instancia, el titular de la Secretaría de Estado anunció que comenzarían a “trabajar en su recuperación, con la finalidad de que la sociedad pueda usufructuarlo”.

Ribeiro destacó el “impulso” de la jerarca para recuperar y conservar el material, así como el “contagio desde el Consejo hacia los trabajadores” en esta labor, que realizaron de forma voluntaria. “La iniciativa de Adela Dubra fue fundamental para rescatar el Anip”, subrayó entonces la subsecretaria”. Fue quien tuvo la idea (y la llevó a cabo) de que el Archivo se mudara a la planta baja, donde está sala de exposiciones (inaugurada por la anterior administración). Pensó que “darle visibilidad al Anip, en esa esquina, que además es puro vidrio (se puede ver claramente lo que hay en su interior desde la calle) lo iba a ayudar”. Cuando uno se para en esa esquina ve a los transeúntes otear hacia adentro con curiosidad.

Reconoce que “encontró una gran desidia” y recuerda que en su momento conversó “con gente del medio, como el director del Centro de Fotografía de Montevideo, Daniel Sosa, y pudo ver “el trabajo que ellos han hecho con su archivo”, al que califica como “estupendo”. Asume que “aún queda mucho por recorrer”, ya que “una enorme parte de la población pasa por allí y no sabe que en ese lugar funciona el archivo más importante del Uruguay con 90 mil negativos, muchos de ellos de vidrio”. Menciona que los estos “tan antiguos, son fieles, y están bien preservados”, aunque observa que “hay otros soportes que no hubiesen resistido”.

Las joyas del acervo

El Anip “sigue siendo un diamante en bruto”, a juicio de la presidenta del Sodre. Este año “se pudieron mostrar unos minutos de la colección Alonso, que es el material por el que archivólogos y gente del cine se desvela”, relata.

A través de un convenio con Cine Casero empezaron “lentamente, a intentar ordenar y eventualmente -dice- podremos empezar a digitalizar esas películas”. De todos modos, aún “hay un enorme porcentaje del acervo que no se sabe qué contiene”.

Destaca que “el hecho de hacer muestras con fotografías del Archivo hace que el público empiece a dialogar con ellas”. Expresa “que lo deseable es lograr que ‘los archivos hablen’” y celebra que “eso está pasando”.

El Sodre, como parte de su descentralización, lleva las exposiciones del Anip a otros departamentos del país. “Hay personas que ven las fotos exhibidas (en Montevideo o en alguna muestra itinerante por el interior) y reconocen a alguien que fue su pariente, o una persona notoria en su época”.

La directora del Anip, Melisa Espósito (licenciada en Archivología), “se ha encargado de ir incorporando esa información” y “hoy, a través de un convenio con Comisión de Patrimonio, se han iniciado trabajos de identificación de personas en fotografías históricas, con el aporte del historiador Ángel Ayestarán”, revela.

La sala de exposiciones siempre está con público. En el fin de semana del Patrimonio más de 9200 personas visitaron la muestra de China Zorrilla. “¿Cuándo el Anip hizo algo con ese impacto?”, se pregunta Dubra de forma retórica.

El 5 de octubre el Sodre inaugurará otra importante muestra titulada “La milonga es hija del candombe, así como el tango es hijo de la milonga”, una propuesta prometedora, con dos “buenos curadores: Andrés Torrón y Juan Campodónico”. La misma plasmará a 11 artistas que “marcaron la música uruguaya”: Alberto Mastra, Pedro Ferreira, Romeo Gavioli, Amalia de la Vega, Lágrima Ríos, Alfredo Zitarrosa, Manolo Guardia, Eduardo Mateo, Hugo Fattoruso, Ruben Rada y Jaime Roos. “Va a tener sala de escucha, mucho diseño y hasta vamos a exhibir la guitarra de Alfredo Zitarrosa”, adelanta a los Medios Públicos.

Sobre el fotógrafo Fitz Patrick, Melisa Espósito destaca que “inmortalizó numerosos eventos oficiales y momentos trascendentales en la historia de Uruguay”, y que “su obra también incluye retratos de figuras prominentes”. En el Anip, al que llama “nuestro archivo” (no como una posesión de autoridades que pasan por el Estado sino de la memoria de una nación) “atesoramos más de 2500 placas de vidrio que capturan su legado”, dice. Asimismo, hay “una amplia serie de fotografías que arrojan luz sobre la vida en el interior del país”, muchas pertenecientes a la colección de Armellino, así como la del cineasta Alonso que “también se centra en documentar la vida en el interior de Uruguay”.

La fototeca custodia y conserva “el mayor volumen de documentos en nuestro acervo”. El Anip ofrece también ofrece “grabaciones de voces ilustres tanto nacionales como internacionales”. Los proyectores de cine son una herencia maravillosa: “disponemos de una cámara de mano Super 8 de la marca Chinon, dos cámaras de 16 mm., una de ellas de la marca Bolex y la otra de Sony”, describe la archivóloga, y agrega que “en nuestra colección de cámaras de 35 mm. destacan una cámara Arriflex y otra de televisión en blanco y negro, marca Akai, que utiliza cinta magnética de ¼ pulgada”, describe. Anuncia que actualmente están en “proceso de realizar un relevamiento más detallado de estos dispositivos, con la intención de presentar en el futuro una exposición dedicada a los proyectores y cámaras de cine”.

Las temporadas de “Cine Arte” merecen un capítulo aparte: el Sodre ha exhibido desde hace muchos años filmes de gran valor histórico y cinematográfico en el Auditorio Nelly Goitiño, y Canal 5 comenzó (en la actual gestión) a emitir estas películas en su ciclo “Cine de Culto”. Recuerda que “Cine Arte” abrió las puertas “a una forma cultural casi desconocida para el público general en esos años, dando a conocer episodios históricos, así como el conocimiento de realizadores y artistas”.

El Archivo Presidencial se incorporó al Archivo Nacional de la Imagen y la Palabra en el año 2008 y abarca el período que va desde el inicio de la primera presidencia de Julio María Sanguinetti en 1985 hasta el final del primer mandato de Tabaré Vázquez en 2010. “El material documental se encuentra en una variedad de soportes, que incluyen negativos fotográficos, cintas VHS, CDs, DVCAM y U-MATIC”, detalla.

La conservación del material: que no se pierda la memoria

Actualmente se está implementando “un proceso de catalogación basado en los estándares de la norma ISAD-G para gestionar nuestro material de archivo de manera eficiente y organizada”, señala la Espósito. Explica que “el procedimiento general tiene varias etapas”.

“La digitalización continúa siendo un desafío significativo debido a la magnitud de nuestro acervo y la diversidad de formatos”, explica. En la actualidad, el Anip está “enfocado en la digitalización de la colección fotográfica”, aunque la “principal preocupación radica en la digitalización del material audiovisual”. En términos de dinero, asegura que “la tarea en sí no tiene porqué ser demasiado costosa si se establece un plan de digitalización con políticas y procedimientos adecuados”.

Un archivo de puertas abiertas

El Anip recibe consultas de forma permanente. Los usuarios “abarcan una amplia gama de perfiles”, expresa Melisa Espósito, quien brinda un dato importante: “en la mayoría de los casos, el uso que se hace del material solicitado es sin fines de lucro”. Si se solicita “para investigaciones o con motivos pedagógicos, no tiene costo”. En cambio, aclara que “en la utilización con fines de lucro o privado”, hay tarifas según el tipo de material o soporte y si es para uso personal o comercial.

Texto: Magela Camelo