El hombre es más peligroso que el perro
Por Mauricio Almada
11.04.2023 | tiempo de lectura: 2 minutos
En las últimas semanas volvieron a ser noticia perros que atacaron sin sentido aparente a varias víctimas. En La Paloma, Rocha, se produjeron dos ataques en pocos días. En uno de ellos dos perros pitbull agredieron a un hombre y a dos niñas, mientras que en la playa de La Serena le tocó el turno a una señora de ser mordida por un cimarrón y otro perro de cruza. Fueron ataques violentos que pudieron haber terminado con víctimas fatales. Una realidad que se repite todos los años sin que se modifiquen las circunstancias que la hacen posible.
En Uruguay hay un perro cada dos personas. Mientras la disminución de la cantidad de humanos en el territorio es una tendencia sin cambios, la población de perros está lejos de achicarse. Cada vez que los protagonistas de los ataques son de razas consideradas peligrosas, el hecho dispara enseguida el latiguillo: “hay que prohibirlas”.
Sin embargo todos los días hay mordeduras a personas por parte de muchos perros, de raza o comunes y corrientes, que no se convierten en noticia, en general porque las consecuencias de las mismas no fueron graves.
Es cierto que no es lo mismo que te muerda un pitbull a que te muerda un perro salchicha. Las capacidades innatas en ambos son diferentes.
Pero en los dos casos, más allá del tamaño de su mandíbula o del vigor de sus músculos, lo que más pesará en el comportamiento de los canes será su educación.
Seguramente muchos lectores habrán conocido a perros pitbull o dogo que juegan con niños y se dejan hacer cualquier cosa sin la más mínima resistencia. ¿Unos son buenos y otros son malos? No.
Su comportamiento dependerá siempre de su crianza.
Los especialistas nos dicen dos cosas que nunca deberíamos olvidar: el perro es un lobo y su lógica es la de la manada.
El perro debe saber que ocupa el último lugar en la manada. No puede haber confusiones ni condescendencia. Firmeza en la crianza hasta que el perro entienda que ocupa el último lugar en la manada. Y cuando esto ocurra el perro podrá convivir sin problemas con el resto de la manada.
Ahora, si el animal es criado para cumplir tareas de seguridad y se refuerzan sus capacidades para atacar y proteger, seguramente confundirá su lugar en la manada y ocurrirán más problemas que los que se quiere evitar. Cuando los involucrados pertenecen a esas razas “peligrosas” los resultados serán aún peores.
En cualquier caso la culpa no es del perro si no de la persona que lo tiene y lo crio. No pidamos al perro lo que el hombre no puede dar.
Las personas que van a tener una “mascota” tienen primero que informarse sobre las características y necesidades del animal y si se está en condiciones de darles satisfacción.
Ahora se pusieron de moda los perros “carachata” –como el bulldog francés- que al igual que los “peligrosos” fueron hechos a través de la selección genética durante años.
Esos perros no atacan a nadie, pero sufren padecimientos físicos de todo tipo que lleva a que sean operados en varias oportunidades. Lo mismo que los hace “lindos”, los enferma. Las personas deberían conocer esto antes de llevar un ejemplar a su casa.
Volvemos a lo mismo. La conducta del perro es previsible. El irresponsable tiene dos patas.