La perplejidad argentina
El peronismo más débil de la historia, Massa y la división opositora
25.10.2023 | tiempo de lectura: 4 minutos
¿Fue realmente una sorpresa lo que ocurrió en Argentina el domingo? ¿Y fue una derrota dura el resultado de Javier Milei? ¿Y resultó un triunfo tan inesperado lo de Massa?
Todas esas preguntas pueden tener un sí como respuesta y en general se las ha respondido desde una perspectiva positiva.
Pero, sin embargo, cuando uno analiza más a fondo lo ocurrido y lo hace con una mirada un poco más allá de la elección del domingo, puede tener otras perspectivas.
Veamos algunos factores:
Aciertos propios y problemas ajenos.
A) En primer lugar resultó casi un milagro de la política que quien conduce la economía con resultados desastrosos y una pobreza pornográfica haya sido el candidato del oficialismo y el candidato triunfante en primera vuelta.
B) El resultado cosechado por Massa fue producto de una estrategia en la que sin duda mostró el discurso más cauto y moderado, el talante más sereno, en particular frente al estilo agresivo y casi desequilibrado de Milei.
C) Y Massa también logró mostrarse como la contracara de una Patricia Bullrich, que nunca logró construir una imagen fuerte de candidata ni la empatía necesaria con el electorado. Y que además su coalición, Juntos por el Cambio, mostró durante el año muchas diferencias públicamente.
Es decir que, ante dos discursos y dos imágenes poco sólidas, Massa se plantó como un hombre moderado.
Esto estuvo fortalecido por la ausencia absoluta de Alberto Fernández y Cristina Kirchner de la campaña. Un dato insólito pero clave. Ni siquiera estuvieron en el estrado la noche del triunfo de primera ronda.
¿Esto será una verdadera señal de que Cristina se retira o una mera jugada esperando usar a Masa como ocurrió con Alberto Fernández? Habrá que verlo, aunque parece difícil. Su imagen está demasiado desgastada, su poder no es el de antes y su presencia en primer plano solo resultaría una complicación para Masa. Y Massa no es Alberto Fernández.
Pero, de todos modos, y volviendo a Masa, recurrió a instrumentos tradicionales y poco transparentes del peronismo, como el reparto de dinero, de bienes y la asunción de medidas electoralistas casi sobre la hora de la elección. Todo ello, según distintos economistas, tuvo un costo económico altísimo que financió el ministro alusivamente desde el propio Estado.
Para concretar este triunfo en primera ronda, también recibió el apoyo de una parte importante de la estructura tradicional del peronismo, en particular en Buenos Aires de la mano de Kicillof. Y es que el tradicional instinto de supervivencia del peronismo pudo más que las resistencias que genera Masa en parte del propio peronismo.
Otro dato clave: Massa enfrentó a una oposición dividida, en un escenario sin precedentes.
En términos históricos el hecho de que peronismo haya peleado por ser el tercio mayor implica también un fuerte castigo electoral. Fue la peor votación de la historia del peronismo, y resultó claro que la amplia mayoría de los argentinos votó en su contra, pero a diferencia de otras elecciones, esa oposición estaba disgregada en dos tercios desparejos pero potentes.
No se puede probar, pero es factible que si hubiera existido un candidato único y creíble de la oposición el resultado pudo haber sido otro.
La explosión Milei
Y esto de los tercios nos lleva al desempeño de Milei. Parece muy difícil, pase lo que pase ahora, que se pueda hablar de un fracaso de un candidato salido de la nada, sin estructura, que en dos años llegó a la tercera parte del electorado. Es un dato fuerte y sus 40 diputados y 8 senadores dan cuenta de ello.
La gran pregunta es qué pasará ahora con él: ¿Su discurso puso piso o techo a su potencial electoral? Difícil saberlo, sobre todo cuando tanta gente quedó sin votar. Esta fue la convocatoria más baja de la historia argentina desde 1983 cuando ganó Alfonsín con una participación de más del 85%.
Para aspirar a competir, Milei debe cambiar de forma muy importante su discurso agresivo y sus actitudes por momentos desequilibradas y ofrecer gestos que le permitan plantarse de otra manera.
Su discurso en la noche de la elección ya mostró un giro y ubicó como nuevo enemigo, único, no a la “casta”, sino al kirchnerismo. Si cambia el tono, deja de lado propuestas inviables e insiste en su foco contra el kirchnerismo puede aspirar a unir a todo el antikirchernerismo.
Tarea nada fácil para quien cultivo hasta ahora el estilo que cultivó.
Massa: el favorito
Massa parece el candidato favorito. Desde su discurso moderado y de unidad y con el apoyo de la tradición peronista, más allá de su larga historia que empezó con el liberalismo de Alzogaray y de que fue socio de Macri (aunque eso también puede favorecer su diálogo con otros sectores) parece el que tiene más posibilidades de construir mayorías de cara al balotaje.
Igual no la tendrá tan fácil ni para ganar ni para gobernar sin mayorías y con una parte del peronismo, en particular la Cámpora, que no lo quiere nada, una bancada fuerte de Juntos por el Cambio que también tiene numerosas provincias. Y una bancada del propio Milei para nada desdeñable.
Cuando Masa llama a un gobierno de unidad nacional puede ser un eslogan de campaña, pero también lo hace porque va a necesitar de votos de distintos sectores si quiere ganar.
Deberá esperar que Cristina —a la que en su momento había prometido meter presa— no aparezca en la campaña.
Nadie sabe lo que harán los electores más allá de los pronunciamientos de sus líderes. Y menos aún, que haría la casi cuarta parte de los habilitados que en esta ocasión, no votó.