Argentina y una pesadilla recurrente

Y mientras tanto la gente se empobrece y la corrupción campea

20.09.2021 | tiempo de lectura: 4 minutos

Argentina, ese país tan cercano y entrañable, que tiene todo para ser rico, no nos deja de sorprender: desde que retornó la democracia ha vivido una especie de pesadilla circular donde cada gobierno vive situaciones dramáticas que luego se reiteran con administraciones de signo presuntamente diferente. Y mientras tanto la gente se empobrece y la corrupción campea.

En realidad, a quienes conocían las relaciones previas entre Alberto Fernández y Cristina Fernández, les generó una gran sorpresa en su momento el anuncio de la fórmula presidencial del Frente de Todos.

Por el contrario, no deben haberse sorprendido demasiado de la pelea que conmueve a la Argentina, aunque casi nadie esperara la profundidad de este quiebre, la dureza del choque, ni el tono desmesurado, casi suicida en términos políticos, en la carta hecha pública por la vicepresidenta. Una carta que no sólo dejó al desnudo las enormes diferencias internas del oficialismo, sino que además las profundizó.

Alberto había sido jefe de gabinete de Néstor Kirchner y luego lo fue de Cristina, pero por poco tiempo, porque renunció a su cargo por las diferencias con la mandataria. Y pocas personas como Alberto Fernández criticaron de manera tan áspera la gestión de la presidenta, desde el riñón del propio peronismo.

Algunos de sus conceptos públicos sobre el gobierno de Cristina:

“La economía se destruye. Son los años del cepo, del cierre de economías, la pérdida de reservas, la ruptura de la relación dólar-peso. Son los años donde la pobreza aumenta. Es definitivamente  un mal gobierno donde es difícil encontrar algo ponderable. Todo lo que hizo en materia judicial es deplorable. Toda su intromisión en la Justicia es deplorable. Lo que hizo a nivel institucional es deplorable. La muerte de Nisman es deplorable. ¿Era perversa la corrupción de Menem y no es perversa eta corrupción revolucionaria?”.

Sí, todo eso lo dijo Alberto. ¿Cómo fue posible entonces esta sociedad? Fue, claro, un “matrimonio” por conveniencia. A Alberto le tentó ser presidente y Cristina necesitaba una cara moderada para ganar y, desde el poder, atender sus temas judiciales.

Claro que, para tratar de entender, hay que intentar comprender al peronismo -un movimiento vasto y omnicomprensivo- sus orígenes y, obviamente, recordar al propio Perón. ¿De qué Perón hablamos?¿Del que reivindican grupos de izquierda? ¿Del que incentivaba la lucha armada de los Montoneros hasta que nos los necesitó y los echó de la Plaza de Mayo y también les habló mano a mano con un discurso en el que los aplanó? ¿Del que prefirió a López Rega, impulsor de los paramilitares de extrema derecha y la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina)? ¿Del que sumaba los votos de Montoneros y la propia Triple A? ¿El de la Evita preocupada por los pobres o Isabelita asociada al hombre que manejaba a los paramilitares? ¿Del que protegía a los nazis?

Y de qué peronismo: ¿el de los Montoneros que no dudaron en asesinar sin hacerse responsables a figuras muy cercanas a Perón como el dirigente sindical José Ignacio Rucci? ¿De aquellos guerrilleros cuya conducción mandaba a la muerte o directamente asesinaba a miembros de su movimiento por una simple sospecha? ¿el de Menem con su privatizaciones al que adherían los Kirchner y al que en un momento apoyaron militares carapintadas y guerrilleros juntos de manera explícita? ¿O el del discurso K, presuntamente contrario a las políticas de Menem que antes apoyaban y a quien el ex presidente dio una y otra vez su voto en el Congreso vaya uno a saber a cambio de qué? ¿El de los gobernadores o el de los “gordos” de la CGT? ¿El de la corrupción menemista o la “revolucionaria”? como le llamó Alberto Fernández.

Quienes se cansaron de utilizar en la Argentina el término “grieta” para definir las diferencias entre gobierno y oposición -una palabrita caricaturesca y desgastada que algunos han importado al Uruguay de manera bastante frívola- comprueban como se les movieron las fichas y ahora el juego pasa por otro lado.

El gobierno presuntamente progresista, se destrozó a partir de una pérdida de votos en una elecciones como las PASO que en realidad son internas, usadas como tales por unos y deformadas por otros.

Muchas veces (demasiadas) los discursos y prejuicios pueden más que la realidad. Un ejemplo de ello lo dan las comparaciones entre el actual gobierno y el anterior. Previo a las anteriores PASO las cifras del gobierno de Mauricio Macri -alguien que no se ha caracterizado por ser un dechado de virtudes- eran malas. Pero ahora -antes de esta nueva instancia electoral- eran mucho peores, en cualquier rubro que se mire, económico y social.

En la reconstrucción del gabinete quedaron por el camino preconceptos, promesas y políticas muy sensibles. Dos ejemplo: 1) El nuevo jefe de gabinete, Juan Manzur, hasta ahora gobernador de Tucumán, ha sido denunciado por violaciones a los derechos humanos, es contrario a la legalización del aborto, es decir que va en contra de las gigantescas movilizaciones que terminaron con la aprobación de la ley que permite la interrupción del embarazo bajo determinadas condiciones; declaró a su provincia “provida”; y obligó a una niña de 11 años embarazada por violación a tener al bebe por medio de una cesárea. Fue propuesto por la vicepresidenta Cristina Fernández, quien igual se molestó en recordar que este hombre es amigo de Alberto. ¿Qué pasó, entonces, con aquellas movilizaciones, con las miles de cintas verdes con mujeres cuya postura decía apoyar Cristina? Ya las asociaciones de Actrices Argentinas y Periodistas han protestado por esta designación.

2) Por otra parte, el famoso gabinete paritario -que en realidad nunca fue tal- quedó ahora con solo 2 mujeres. Más del 90 % son hombres. ¿Qué pasó? ¿Y las promesas de campaña y los supuestos compromisos éticos?

Por todo esto es que no deja de llamar la atención, cuando desde esta orilla hay quienes se identifican con ese gobierno y sus protagonistas, que incluyen en la izquierda o el progresismo.

Argentina se enfrenta a un momento dramático -está desquiciada dijo el ex presidente Mujica- porque el gobierno está destrozado, corre el riesgo de ahondar sus problemas en las elecciones parlamentarias de noviembre y le quedan dos años por delante. Se podría pensar que antes de la carta de Cristina el gobierno pudo haber intentado una recuperación. Era muy difícil, pero en política no se puede descartar nada. Sin embargo, con la guerra en la que derivó este enfrentamiento interno, eso sería un verdadero milagro.