Novak Djokovic es el campeón en Wimbledon
Le ganó a Nick Kyrgios (4-6, 6-3, 6-4 y 7-6 (3) )y coloca su cuenta de Grand Slams en 21, a uno de Rafael Nadal y uno por encima de Roger Federer
10.07.2022 | tiempo de lectura: 2 minutos
Entre monólogos externos, reproches a su banquillo y locuras de Nick Kyrgios, Novak Djokovic, en un papel secundario en el show del australiano, inmortalizó su séptimo Wimbledon y le ganó (4-6, 6-3, 6-4 y 7-6 (3)). Con este título coloca su cuenta de Grand Slams en 21, a uno de Rafael Nadal y uno por encima de Roger Federer.
El serbio, que no se dejó enredar por un Kyrgios al que le duró el tenis set y medio, iguala los registros en el All England Club de William Renshaw y Pete Sampras, con siete títulos, y se queda a uno de Federer y a dos de Martina Navratilova.
Sin una final de brillo, sin necesitar su mejor tenis en ninguna etapa del torneo, Djokovic, gran favorito hace 14 días, consolida su liderazgo en la superficie y suma 27 encuentros sin perder en Wimbledon, más de cinco años sin probar la derrota.
El champán, los gorros para protegerse del sol, los príncipes en la grada… Todo estaba preparado para una sesión de cohetes en la Catedral del tenis, una exhibición entre el jugador que todo el mundo esperaba que estuviera en este partido y la gran sorpresa del torneo.
Kyrgios, con su andar pasivo, impertérrito ante el partido más importante de su vida. «Dale a un hombre una máscara y te mostrará su verdadero ser», tiene escrito el australiano en una pierna. Su máscara, la de finalista de Wimbledon, su ser, el del tenista que apareció en el primer set del partido por el título. Un Kyrgios tranquilo, sin emociones, con un servicio en el que los primeros volaban a 219 kilómetros por hora y los segundos a 125.
La incógnita era si podría mantener el nivel y, sobre todo, si Djokovic no elevaría el suyo. La respuesta era sencilla y no tardó en llegar. A Kyrgios se le borró el repertorio, dejó de hacer todo lo que hace bien, es decir, lo más inesperado, y entró en el juego de intercambios de Djokovic, en el que no tenía nada que ganar.
Perdió terreno, convirtió el encuentro en algo anodino y comenzó una batalla consigo mismo y con su banquillo. Cuando más igualado estaba el partido, más proclive era Kyrgios a comenzar el espectáculo. Para mediados del tercer set, su cafetera ya estaba a punto de explotar. Le cayó la primera advertencia por maldecir al público al cometer una doble falta, después de un grito de una aficionada entre el primer y el segundo servicio. «Es la que parece que se ha bebido 700 copas», le dijo al juez. Las conversaciones con su gente pasaron a ser también con el árbitro.
Finalmente, el de Belgrado suma 27 victorias consecutivas en Wimbledon, cuatro trofeos seguidos, los mismos que logró Pete Sampras y a uno de los cinco de Federer y Bjorn Borg. Números que le colocan como uno de los mejores de la historia de esta superficie.
Texto y Foto: EFE