Un choque atenuado en el Mercosur
Alfonso Lessa
25.07.2022 | tiempo de lectura: 4 minutos
La cumbre de presidentes del Mercosur en Asunción no tuvo las asperezas esperadas. Se cuidaron los tonos, los gestos y los contenidos y el intercambio entre los presidentes no alcanzó nunca la agresividad de la anterior, cuando fue muy notorio el enfrentamiento entre Luis Lacalle Pou y Alberto Fernández.
Y más allá de que las diferencias en el bloque quedaron claras, fueron expuestas de manera mucho más tenue; y en ese clima el presidente argentino llegó a referirse más de una vez a Lacalle Pou, como “amigo”, aludiendo a una relación de años con el mandatario uruguayo y su familia.
Todavía puede resultar prematuro un juicio sobre lo ocurrido en Asunción, pero de todas maneras pueden sacarse algunas impresiones primarias que confluyen en el sentimiento de satisfacción con el que regresó la delegación uruguaya encabezada por el propio Lacalle Pou.
A la cumbre, por supuesto, le faltó un protagonista fundamental como es el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, dedicado de lleno a la campaña electoral y que ha utilizado a la Argentina kirchnerista como el presunto mal ejemplo de lo que puede pasar con Lula si gana; e incluso señaló a la legalización de la marihuana en Uruguay, como causa del aumento de homicidios en nuestro país.
Pero de Brasil, justamente, salió el mayor apoyo a la postura de Uruguay, referida a la flexibilización del bloque y las negociaciones con China o cualquier otro país o bloque. Ese respaldo explícito lo realizó por boca de su secretario de Comercio Exterior Lucas Ferraz.
En declaraciones al diario La Nación de Buenos Aires, el jerarca defendió defendió el derecho de Uruguay a conversar con China y dijo que “la posición de Uruguay refleja la necesidad de mayor flexibilización frente al atraso del Mercosur en la formalización de acuerdos comerciales”.
Ferraz, quien es el principal negociador del ministro de Economía Paulo Guedes, sostuvo que, más allá de eventuales discusiones posteriores, “no hay ninguna regla en el Mercosur que impida a los países abrir diálogos bilaterales de comercio con otros países”. Asimismo reconoció de manera abierta que Argentina y Brasil tienen importantes diferencias respecto a la apertura de la economía.
Alberto Fernández cambió su tono agresivo por la idea de una negociación conjunta del bloque con China, aunque el futuro dirá hasta dónde realmente está dispuesto a llegar en esto; o hasta donde podrá llegar, dada la muy compleja ecuación de poder interno en su país.
La grave situación que atraviesa Argentina desde todo punto de vista, es motivo de fuerte preocupación a nivel internacional y por supuesto que no ayuda al Mercosur a plantear la imagen de un bloque serio y confiable. Distintos voceros de organismos internacionales y analistas remarcan la confusión que existe respecto al vecino país y destacan la absoluta falta de confianza que se ha generado en torno suyo.
Más aún, hay quienes señalan en ámbitos diplomáticos, que Argentina se ha constituido en un verdadero obstáculo para cualquier acuerdo con la Unión Europea.
En cualquier caso el mandatario uruguayo avisó: seguirá negociando y, llegado el momento, si sus socios regionales no se suben al acuerdo con China, proseguirá solo.
Luego de superado el estudio de factibilidad —los cimientos de un eventual acuerdo— seguirán las conversaciones con las comisiones de los dos países: la uruguaya tiene 30 miembros, con representantes de los ministerios involucrados, presidida por el embajador López Fabregat, que es el jefe de Gabinete del canciller Francisco Bustillo.
Las próximas negociaciones irán determinando si esos cimientos que se han construido permitirán un edificio de 2, 10 o 20 pisos. Ese es el símil con que se define esta etapa, en ámbitos de la negociación. Una conversaciones que —como establecen economistas que incluso provienen de escuelas diferentes— deberán medir muy bien los impactos que tendría ese acuerdo en los distintos sectores de la industria y producción nacional.
El tema tuvo amplia difusión en los medios argentinos, en los que fue motivo de análisis. Y fue confirmado por el gobierno chino, aunque con cierta cautela en la que se planteó nuevamente la idea de que siguen negociando con Uruguay pero preferirían un acuerdo con todo el Mercosur: visto desde hoy, un imposible.
Paraguay, por su parte, tiene por delante un escollo insalvable, porque ese país mantiene relaciones con Taiwan y establecerlas al mismo tiempo con China parece imposible, aún por vía del Mercosur.
Es el dilema que debió enfrentar Uruguay cuando en el primer gobierno de Sanguinetti pasó a tener relaciones diplomáticas con China y por tanto dejó de tenerlas con Taiwan pese al gran lobby de este último país.
Parece muy claro que un interés real de China de un acuerdo con Uruguay no pasa por el mercado de nuestro país, ínfimo para el gigante asiático, aunque sí es comprador de nuestros productos, un comprador fundamental.
Es decir, por sobre todas las cosas, su interés sería geopolítico en un momento de expansión de China en la región, poniendo un pie aquí. Y además, por supuesto, interesan nuestros productos.
Es decir, comienza una etapa definitoria que ubica al Uruguay ante dos desafíos: 1) la negociación propiamente dicha con China. y 2) Y el futuro del Mercosur, sobre todo con sus vaivenes políticos.
El acuerdo eventual con China —promovido de una u otra forma por todos los últimos gobiernos— no es para Uruguay un objetivo único: es también la posible apertura de una puerta para seguir abriendo su comercio con otros actores a nivel internacional.