La vida privada del Presidente

Por Leonardo Luzzi

09.05.2022 | tiempo de lectura: 2 minutos

Es la primera vez que los periodistas, incluidos los veteranos, nos enfrentamos a una situación particular, como es la de tener que informar sobre la separación de un Presidente de la República. Hubo un caso similar en 1971, con el presidente Jorge Pacheco Areco.

Al menos desde 1985 para acá, año en que se retomó la democracia, los mandatarios mantuvieron sus matrimonios, con la excepción de la viudez que tuvo que enfrentar el entonces presidente Tabaré Vázquez en el último tramo de su segundo mandato, al fallecer la compañera de toda su vida María Auxiliadora Delgado.

Ese hecho, también de la vida privada, como lo es un fallecimiento, el entierro, el Presidente yendo al cementerio y los mensajes de su familia, fueron difundidos con amplitud por los medios con el respeto que se tiene en casos de profundo dolor.

Esta vez el escenario es distinto.

El presidente Luis Lacalle Pou, en pleno ejercicio de su mandato, y su esposa, Lorena Ponce de León, decidieron separarse luego de casi 22 años de matrimonio. El mandatario seguirá viviendo en la residencia oficial de Suárez y Reyes.

Una vez confirmada la noticia, los periodistas debieron analizar, primero, si debe informarse un aspecto tan privado de la vida de un presidente, algo que rápidamente se entendió que sí, y segundo, decidir el cómo informar, o sea, hasta dónde llegar.

De hecho, mayoritariamente, una vez confirmada la información en base a “diversas fuentes”, se colocó el tema en los portales sin estar en las crónicas el por qué que explicara la separación.

La falta de conocimiento de los motivos abrió la especulación y surgieron teorías de todo tipo en las redes sociales.

Estaban también en las redacciones y más que nada fuera de ellas, con un planteo cuestionador hacia la prensa, los que pensaban que la separación del Presidente era algo privado, tanto que no debía informarse. Ellos se preguntaron si era algo importante como para transformarlo en noticia.

Es que los periodistas en Uruguay, no ocurre así en otros lados, suelen no meterse en la vida privada de los gobernantes salvo que algo de esa vida privada pueda tener directa relación con el gobierno o la forma de gobernar.

Un ejemplo con una pregunta incluida es si un periodista debe informar que un presidente es alcohólico, ya que es el responsable de tomar decisiones en nombre del país. ¿Y qué pasa si es violento con su esposa? En ese caso, además de repudiable y ser un delito, habla de la personalidad de quien toma las decisiones. Entonces, se informa pese a que es algo de la vida privada.

Hay hechos más suaves y mundanos que salen a la luz.

Como cuando se informaba que el presidente Tabaré Vázquez iba a pescar o sobre las medias especiales que tenía que usar el presidente José Mujica para viajar en avión o que Lacalle Pou va a practicar surf en Rocha o cuando Alberto Fernández en Argentina tuvo otro hijo.

¿Dónde está el límite para informar sobre algo que refiere al Presidente en su vida privada? ¿Es un línea difusa? Si es algo lindo, como el nacimiento de un hijo, ahí no hay problema en anunciarlo, pero si es una separación, ¿no hay que publicarla?

Los periodistas estamos para informar bien y en un país como Uruguay, presidencialista, la mayor parte de lo que hace un Presidente de la República se le dice a la opinión pública que con toda libertad decidirá si le interesa quedarse en esa noticia o cambiar de canal.