La polarización creciente: jugando con fuego
Por Alfonso Lessa
05.12.2022 | tiempo de lectura: 4 minutos
Uruguay vive, nadie puede dudarlo, un período de alta polarización política.
Ahora es el llamado caso Astesiano con sus ramificaciones crecientes e imprevisibles, el que divide de forma muy fuerte al sistema político, más allá de coincidencias respecto a algunos puntos de este debate.
Se trata, por supuesto, de por si, de un tema extraordinariamente delicado, confuso y de consecuencias difíciles de prever.
Pero esa polarización no es nueva ni exclusivo producto de este tema, sino la reiteración de un fenómeno que ha ido creciendo, que se ha instalado en el país y al que nos estamos acostumbrando. Acostumbrando riesgosamente.
Es la reforma de la seguridad social, la reforma educativa, antes fue la LUC, fue el modo de combatir la pandemia, en fin, casi no hay tema que de hecho no polarice, a veces de manera muy dura, al sistema político.
Y justamente “Jugando con fuego” se llama un libro editado por el CLAEH, del prestigioso académico Carlos Pareja.
El libro constituye una seria y oportuna advertencia sobre la marcha del sistema político con sus apuestas a la polarización.
Por supuesto que refiere críticamente a los actores, la oposición y gobierno. Pero Pareja hace un planteo más profundo, más allá de lo coyuntural, que se basa en la idea de que esta polarización es producto del cambio de sistema electoral instaurado en la reforma de 1996 y en concreto del balotaje, que divide al país en dos partes; así como los excesos plebiscitarios.
Y analiza el mismo efecto en países como Argentina y Brasil, donde la polarización también es evidente. Al respecto opina que Uruguay comienza a acercarse a lo que ocurre en los países vecinos. Y también a fenómenos como los que suceden en Estados Unidos -con Trump- y Gran Bretaña, en este último caso, especialmente con el Brexit.
Respecto al debate sobre la LUC, sostuvo que los dirigentes políticos “se empeñaron en profundizar” los “embudos binarios y advierte que “el recurso sistemático de este tipo de dispositivos (como el plebiscito) contribuye inequívocamente a la deslegitimación de la autoridad democrática”.
Pareja sostiene que la campaña del referéndum por la LUC fue “una ilustración de cómo no se debe argumentar entre ciudadanos”. Y en términos concretos calificó el impulso de la LUC por parte del oficialismo, como un “atropello” al Parlamento, con “argumentos inconsistentes entre sí”.
En el mismo sentido afirma que el oficialismo dedicó escasos esfuerzos para persuadir a los ciudadanos no alineados y “por el contrario, la mayor parte de sus mensajes se orientaron a convencer al electorado de que el único objetivo perseguido por los impulsores del recurso revocatorio era desestabilizar al gobierno, empañar su imagen pública, de modo de dar vuelta los índices aprobatorios de su gestión…”
“A su vez -añade que el Frene Amplio- asumió conductas en las que prevalecían las inconsistencias y la mala fe” y añadió que “los impulsores del recurso revocatorio llevaron el ejercicio público de la razón a un nivel todavía más bajo, apelando a toda clase de jugadas efectistas, así como a argumentos falaces y fuera de lugar (…) distorsionando groseramente los contenidos de dichos artículos…”
Respecto a este mismo episodio se plantea si al obligar a los ciudadanos a pronunciarse por un paquete indiviso, “no se los estaba empujando a alinearse como barras bravas incondicionales de uno de los dos cuadras grandes”.
Realiza, por supuesto, muchas otras consideraciones y algunas propuestas.
Y en tiempos en el que el sistema político está tan convulso, tan dividido, tan alejado en muchas cosas, vale la pena atender esta reflexión, con la que se puede estar de acuerdo o no, pero nos hace pensar.
Porque lo que si parece claro, es que la polarización actual del sistema político no refiere a un hecho puntual, sino a un proceso y a un conjunto de hechos.
Hay dirigentes de distintos partidos que han llamado a la reflexión y pedido mayor diálogo. Pero a veces ellos mismos, ante la primera oportunidad, no hacen lo que predican.
Respecto al tema Astesiano el presidente Luis Lacalle Pou pidió “bajar la pelota”. Pero también desde el Frente, poco tiempo atrás y antes de este asunto, personalidades como Lucía Topolanski y el propio Mujica se han mostrado preocupados por el nivel de agresividad de esta legislatura y han advertido sobre la pérdida de la capacidad de diálogo, hasta de la charla de café, posterior a las sesiones y después de enfrentamientos parlamentarios fuertes.
Ya casi al final de su libro, Carlos Pareja advierte que “los sistemas políticos binarios incentivan prácticas que terminan distorsionando las instituciones democráticas y fortaleciendo las redes tribales. En ese sentido -agrega- no es casualidad que en la confrontación desembozada que se libra actualmente entre las sociedades libres y los regímenes autoritarios, las democracias que apuestan a las opciones binarias se hayan rebelado como los eslabones más débiles del frente que reúne a las sociedades libres. Y tampoco es casualidad que Donald Trump y Marine Le Pen -entre otros- hayan sido utilizados por Vladimir Putin como instrumentos al servicio de su apuesta sistemática de desestabilización de las democracias”.
Claro que el twiter también colabora y mucho en esta situación.
No se trata de evitar la discusión, todo lo contrario. Pero hay un problema grave de estilos y del uso de la polarización como estrategia, por planteos personales o sectoriales y quizás, como nos advierte Pareja, también como consecuencias de sistema.
Es decir, estamos, como afirma el título del libro, “Jugando con fuego”.