Mercosur-UE: la zanahoria que siempre se corre un poco más

Análisis de Alfonso Lessa

26.07.2023 | tiempo de lectura: 2 minutos

Primero negoció Jorge Batlle, luego fue Tabaré Vázquez, mas adelante José Mujica, después de nuevo Vázquez y ahora Luis Lacalle Pou. Y ni que hablar de la cantidad de cancilleres que también lo hicieron.

Como se ve, presidentes y gobiernos de todos los partidos, con ópticas diferentes e ideologías distintas: pero todos con un mismo objetivo: el del acuerdo Mercosur -Unión Europea.

El resultado: modestos avances y una ilusión que, como la zanahoria, se va corriendo para adelante.

Ha sido un largo y poco fructuoso camino en el que el mundo cambió muchísimo -ni siquiera habían sido, por ejemplo, los atentados de las Torres Gemelas con todas sus consecuencias- y en el que en ambos continentes alternaron gobiernos de todo tipo y color. Un cuarto de siglo con temas de agenda y prioridades que han ido variando y en el que la aceleración del cambio climático no es un asunto de futuro: se vive ya, y de modo bastante dramático en varios puntos del planeta.

Resulta obvio que hay intereses muy grandes que impiden que el famoso acuerdo entre el Mercosur y la UE se concrete; Intereses políticos, ligados a temas económicos y a las presiones de productores europeos que no quieren la competencia en sus productos muchas veces subsidiados. Y esto íntimamente ligado a la diversidad de países e intereses que forman a la Unión Europea.

Además, resulta muy difícil para algunos de esos países suscribir un acuerdo con una Argentina incapaz de trasmitir estabilidad y seguridades y un Brasil que sale del a época de Bolsonaro, pero que con una votación importante está allí agazapado. Y con un Lula que se niega a condenar a Rusia y se declara neutral tras la invasión a Ucrania, lo cual genera rechazo en Europa. Algo que parecería inexplicable si no estuvieran por detrás intereses económicos con Rusia y China. Nadie ignora de todos modos que Brasil significa un mercado muy grande y apetecible

Las máximas autoridades de la UE y del Mercosur, precisamente, se reunieron recientemente en Bruselas, en un encuentro políticamente muy relevante, del que participaron el presidente Lacalle Pou y el canciller Francisco Bustillo.

Una gran oportunidad para conversaciones y negociaciones cara a cara, que permiten sincerarse y que muchas veces se dan detrás de bambalinas.

En ese marco Uruguay y la Unión Europea (UE), firmaron un memorándum de entendimiento para cooperar en energías renovables, eficiencia energética e hidrógeno verde.

Luego de la cumbre quedó entre los latinoamericanos la sensación de que esta vez se puede alentar un cierta expectativa respecto a que pueda acelerarse el acuerdo, aunque las condiciones y los condicionamiento de unos y otros -también de algunos de esta región- generan muchas dudas.

Quizás se pueda entender que el momento resulta propicio en tanto la presencia cada vez más potente de China y la intención de aislar a la belicista Rusia de Putin, hagan sentir a los europeos, así como a Estados Unidos, la necesidad de reforzar su presencia en América Latina.

Como contrapartida, el fortalecimiento de nacionalismos y partidos de extrema derecha en Europa, puede operar en contra.

Las ilusiones se han dispersado más de una vez: y más de una vez las expectativas de los presidentes se han visto decepcionadas por la realidad incluso a veces chocando con el realismo que les expresaran sus propios diplomáticos.

Como se ve, un tema complejísimo, en el que se cruzan intereses locales y un escenario internacional que cambia sin abrir las puertas al acuerdo.

Por ahora, seguimos con las palabras y las expresiones de deseos.