Ebullición global: desafíos para un futuro sostenible

Aceleración del cambio climático

18.08.2023 | tiempo de lectura: 5 minutos

El calentamiento global se agravó y el planeta ingresó a la “era de la ebullición global”. Esta aceleración del cambio climático es causada particularmente por la quema de combustibles fósiles que libera GEI (gases de efecto invernadero) a la atmósfera y que atrapan el calor del sol aumentando la temperatura del planeta. Como consecuencia la Tierra padece fenómenos meteorológicos extremos, inundaciones, sequías que se tornan cada vez más intensas, grandes incendios forestales, huracanes, tifones, lluvias torrenciales o descenso de las precipitaciones en algunos territorios, temperaturas fuera de lo normal en invierno y en verano con “olas de calor”, derretimiento y retroceso de glaciares, aumento de la temperatura del mar y de su nivel, pérdida de ecosistemas y biodiversidad, acidificación de los océanos y migración de personas que deben abandonar sus hogares por las condiciones de vida.

Científicos y líderes mundiales piden mitigar el impacto

En julio el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, brindó un duro discurso y llamó a la reflexión y la acción, acuñando  la frase “la era de la ebullición global” para describir el estado actual del planeta. Si bien se refirió a algunos avances, reconoció que queda un largo camino para alcanzar la descarbonización de la economía, un compromiso que asumió la mayoría de los países para el año 2050.

En el hemisferio norte este verano fue el más caluroso en la historia del registro meteorológico, según datos del Servicio de Cambio Climático Copernicus. China llegó a los 52° celsius. En Beijing se dio un registro de lluvias de 170 mm en un lapso de 40 horas. En cambio, Uruguay ha sufrido una grave sequía.

Uruguay: antecedentes y planes de acción

La comunidad científica y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lanzaron llamados urgentes. Recomiendan, entre otras acciones, transición hacia energías renovables, conservación de ecosistemas, agricultura sostenible, desarrollo de políticas de adaptación al cambio climático que incluyan la planificación urbana sostenible y la gestión de recursos hídricos, así como la educación y concienciación.

Uruguay no es ajeno a estos desafíos. En línea con los objetivos de la ONU, ha venido trabajando en un Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático que incluye diversas estrategias. El subsecretario del Ministerio de Ambiente, Gerardo Amarilla, doctor en Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de la República, máster en Derecho Ambiental de la Universidad Internacional de Andalucía, y docente de Derecho Constitucional y de Marco Legal Ambiental de la Facultad de Ciencias, afirma que “hay información e investigaciones globales, ya que más que un estudio específico del país, se debe vincular a la región (sur de Brasil, centro de Argentina, hasta Chile)”. El estudio nacional sobre los efectos vinculados a los cambios de temperatura y las precipitaciones tanto en inundaciones como en sequía, “la cual ya lleva tres años en la región”, arroja “imágenes satelitales de cómo los suelos se han visto afectados”. Amarilla advierte que “estamos transitando hacia un período de mayores lluvias” y que “en esta zona estamos recorriendo una etapa en la que probablemente haya mayor temperatura que la habitual”. Las zonas más lluviosas serán “Uruguay, el sur de Brasil y la Pampa argentina”.

Según el jerarca, tenemos entonces dos situaciones: “la adaptación a la nueva realidad, y contribuir a mitigar este cambio climático”. Afirma que desde el lugar de quienes toman decisiones y políticas públicas a largo plazo, “se está transitando el compromiso para que Uruguay llegue a ser un país carbono neutral cero en 2050”. Recuerda que “en el gobierno de Jorge Batlle, en el 2000, comenzó un proceso para el cambio de matriz energética, cuando Uruguay tuvo una crisis parecida a la actual, de sequía muy intensa, que puso en jaque la producción de energía eléctrica, cuando en ese momento dependíamos en gran porcentaje de la energía eléctrica hidráulica (represas de Salto Grande, Bonete y Baygorria)”. Declara que “al no haber agua en las represas, se producía energía quemando petróleo, combustibles fósiles”. Fue entonces que “el presidente Batlle, a través de un decreto, comenzó una transformación energética y se suscribió un acuerdo multipartidario que luego llevó adelante el gobierno de Tabaré Vázquez con la creación de los parques eólicos y los parques fotovoltaicos”, rememora.

“Uruguay está bien posicionado a nivel global, en el top 5 de producción de energías limpias”, manifiesta, y acota que “de toda la energía eléctrica que consumimos, el 98% proviene de fuentes verdes o fuentes limpias”. Dice que “si sumamos el transporte y todas las fuentes de energía que utilizamos para la vida estamos en un 60% de energías limpias y en un 40% de petróleo por camiones, ómnibus, autos, calderas industriales y fuentes de calor que todavía son a combustibles fósiles”. En contraposición, señala que en el mundo “del total de la energía que se utiliza, el 80% es de petróleo y sólo el 20% de energías limpias”.

El Estado uruguayo planea seguir avanzando “más allá de las obligaciones o los compromisos”, para “ser cada vez más natural y contaminar cada vez menos, que los uruguayos tengan una mejor calidad de vida, producir mejor los campos, las industrias, y disfrutar mejor el turismo”, señala y agrega que “todas las actividades que se puedan transformar con energías limpias sostenibles, sustentables, serán un beneficio para el mundo pero también para nosotros mismos”.

Respecto a los residuos, asegura que “en poco tiempo hubo una gran transformación acerca de cómo concebir, gestionar y aprovechar lo que antes llamábamos basura o desperdicios y que son recursos”. Subraya que “el gobierno nacional ha hecho una transferencia importante para el cierre de los vertederos a cielo abierto”, y que se llegó a esta gestión “con aproximadamente 125 vertederos a cielo abierto”, proyectando ahora “cerrar unos 70 u 80 en este período”. El plan es que más que “un lugar de acumulación y enterramiento de basura, se extraiga de los residuos la mayor cantidad posible de recursos que puedan circularmente retornar a la industria”. Es fundamental la “alianza estratégica entre gobierno nacional y los gobiernos departamentales para promover a todo nivel la economía circular, el reciclaje y los emprendimientos que tienen triple impacto positivo: ambiental, económico para empresas que generan a partir del reciclaje y un impacto social con la generación de empleos ya que esta recuperación de materiales de residuos también genera mucho trabajo”.

Un “potencial muy importante para el país, es el hidrógeno verde, los combustibles sintéticos y biocombustibles que son un capítulo muy relevante”, dice el subsecretario. Uruguay ya ha ingresado en esa hoja de ruta con ALUR, algo que claramente “tendrá cada vez mayor interés, más inversión y más desarrollo”, expresa el subsecretario de Ambiente. Finalizada la primera etapa de la transformación energética, la segunda incluye entre otros desafíos, la descarbonización del resto del sector energético y materias primas, y el desarrollo de una economía del hidrógeno tanto para el mercado local como para la exportación.

Refugios climáticos, áreas verdes y electromovilidad

El Ministerio de Ambiente viene trabajando en el Plan de Adaptación  al Cambio Climático en ciudades e infraestructuras, denominado también como NAP Ciudades. Destaca que “avanza un ambicioso plan que empezó en 5 ciudades y se extenderá a los 19 departamentos”, y que promueve la “intensificación del arbolado público, que las ciudades sean más verdes, que tengan mayor y mejor vegetación sobre todo de flora autóctona que nos permita justamente amortiguar los efectos de la temperatura”, ya que “está comprobado que las ciudades con mayor cantidad de árboles, plazas y parques públicos generan una variación muy importante de entre 4 y 6 grados de temperatura, algo importante en un territorio con una tierra muy fértil y agua subterránea”. El Ministerio de Ambiente trabaja sobre esto con la Dirección Nacional de Cambio Climático y con los municipios, para mejorar la biodiversidad y la calidad de vida de esos lugares.

Los espacios o refugios climáticos, de refrigeración para soportar el intenso calor del verano, probablemente no lleguen para esta temporada, pero sí están la agenda.

Y en las calles hoy vemos muchos vehículos eléctricos. Para Gerardo Amarilla es “un cambio cultural y de conciencia: la gente se va apropiando de esa tecnología, los costos se van haciendo accesibles y ahora están a nivel competitivo con los vehículos a combustión”.

Sabemos que los seres humanos somos los culpables de haber alcanzado la “era de la ebullición global”, pero también como como simples ciudadanos o como Estados, somos responsables de frenar el daño. La solución debe partir desde los países más grandes pero también desde los territorialmente más pequeños.

Texto: Magela Camelo

Foto: Adhocfotos