Hay que borrar la imagen de un Víctor Lima en la miseria y abandonado por su familia

Con Silvia Lima, su sobrina, en el Centenario del autor

17.08.2021 | tiempo de lectura: 2 minutos

Continuando el ciclo dedicado a los 100 años de Víctor Lima en El Tungue Lé, ubicamos en Salto a su sobrina, Silvia Lima, docente –además- de Literatura. Si bien es la menor de nueve sobrinos “quizás sea la que mejor lo conozco”, aclara. Y explica: “Porque fui muy cercana a mi abuela y es conocido por todos el vínculo que ella tenía con su hijo”.

Y comienza por desmitificar parte de la leyenda negra que pende sobre el gran compositor de nuestra música uruguaya: “Borrar la imagen de un Víctor Lima en la miseria y abandonado por todos, incluida la familia, porque no es verdad… Yo fui el nexo entre Víctor y su madre, cuando era chica, leía las cartas que él mandaba desde el Vilardebó (donde tuvo un período de internación) y las contestaba, porque mi abuela sufría un temblor nervioso que le afectaba las manos; y cada tanto ella le mandaba encomiendas con ropa y block de cartas y biromes… y dinero para que contestara rápido por la Onda”.

A tal punto fue intensa esa relación entre ambos que, “a comienzos del 68 doña Mercedes (Rodríguez Santana) se da cuenta que la medicina ya no puede hacer nada por su hijo, entonces apela a la único que le queda, no lo puede sacar del alcohol ni de su adicción a los barbitúricos… entonces indaga entre los conocidos, anota nombres y direcciones de supuestos curanderos, entonces comienzan ahí una serie de viajes que realizan madre e hijo en tren, y con sus valijitas de cartón, hacia Fray Bentos, Young, Artigas y Rivera. Cruzan la frontera hacia Uruguayana y la madre agota su dinero y termina pagando la estadía con alhajitas de oro, heredadas de sus ancestros”, dice la profesora.  Y agrega: “Fue un viaje de despedida, porque al año siguiente se van los dos, con diferencia de dos meses, hacia la nada”.

En otros aspectos, Silvia Lima se refiere a la participación de su tío en las Misiones Socio Pedagógicas en “el rancherío” de Pueblo Centurión; la designación que le hace el Consejo de Primaria de “Maestro de Canto”, en las que “sentaba en ronda a los alumnos en el piso del aula para tener mayor acercamiento”. Igualmente: “La gran capacidad que tenía de crear simultáneamente la letra y la música, como lo hacían los trovadores de antaño, salía todo junto, no necesitaba ni lápiz ni papel”.

Y por último que “utilizando la forma clásica del soneto… si yo tuviera que elegir, diría, que –Víctor Lima- es mejor poeta que compositor”.