Mateo Méndez: el día que los pobres se unan y reclamen, ahí van a cambiar las cosas

Entrevista con el padre Mateo Méndez, director del Proyecto Minga, en Las Piedras, que brinda apoyo pedagógico para la reinserción al sistema educativo de niños, niñas y adolescentes

28.04.2022 | tiempo de lectura: 3 minutos

Durante la entrevista, Méndez se refirió al Proyecto Minga, cuya nueva sede será inaugurada el 18 de mayo, a su regreso a Tacurú, pero, especialmente, analizó y reflexionó sobre las familias y los niños y adolescentes que viven en situación de vulnerabilidad en contextos sociales y económicos críticos.

“Volví a Tacurú porque ayuda para mirar hacia adelante. El crecimiento de muchas cosas que se dan allí, de las buenas y de las otras. Arrimarse al barrio y encontrarse con gente de hace muchos años atrás y ver que crecieron de una forma positiva, linda. Y, como en todas las cosas, también están las otras. Está difícil en algunos momentos, se hace complicado. Las cosas no están como uno quisiera, pero pasa en todas partes. Creo que hay muchas ganas de seguir remando. La figura del padre Cacho en estos momentos es un incentivo para toda la zona, porque se cumplen 30 años este 4 de setiembre. Así que nos estamos reuniendo con los vecinos, con los grupos sociales y culturales y centros educativos, para hacer una movida interesante el 4 de setiembre”, sostuvo.

Agregó que además está trabajando en la Escuela de Oficios Don Bosco, en Saravia y Trápani, en la zona de con un grupo de padres y adolescentes. “Es un grupo interesante de padres que apuestan por el trabajo de sus hijos e hijas. Me parece que es un incentivo interesante, porque a veces podemos tener una mirada un poco pesimista sobre la realidad. Hay familias que la están luchando todos los días. La convivencia va ayudando a que los chiquilines vean que hay otras cosas que en sus vidas pueden pasar y que esas cosas que pueden pasar están en ellos mismos”, afirmó.

En este contexto social, Méndez dijo en Justos y pecadores: “Siempre decimos que hay que trabajar más sobre lo sano que sobre lo enfermo. Hay que hacerles redescubrir que la vida vale la pena, para qué sirve estudiar, que ganás, que proyecciones podés tener y cómo sigue esto después”.

Sobre el Proyecto Minga que trabaja en la reinserción al sistema educativo de niños, niñas y adolescentes, sostuvo que el sistema educativo es, también, un sistema expulsivo con los adolescentes en esta situación social y económica. “Si el destinatario de la educación no es el centro de la propuesta y con centro me refiero a aquel chiquilín que viene como viene y está como está. Con ese hay que trabajar, no con el que aprende rápido y no genera problemas”, señaló.

Esa realidad crítica, continuó, hace que los padres sean concretos. “En vez de que estudie que trabaje, porque es un ingreso para la familia. Y cuando se les plantea el estudio hay que enumerar un montón de detalles. Y ahí vienen las preguntas. ¿Qué tengo que estudiar para ser alguien y poder, entre comillas, escalar posiciones en esta sociedad que me exige que tengo que tener determinada formación?, reflexionó.

En muchos casos, el fútbol es la salvación económica para estas familias, pero, señaló, “mientras el niño juega porque tiene que ser competitivo, se lo insulta o se le exige y el niño ya no juega. Pasa a estar condicionado por el afuera y el adentro, ya no se divierte. Si se sigue incentivando el mejorcito, el patadura ya no juega. Hay otras cosas en el trasfondo de todo esto. El niño que no juega, compartiendo con sus compañeros, divirtiéndose, ¿cómo puede ser de grande, con esas imposiciones?”.

En relación a esa vulnerabilidad en la niñez, sostuvo que “el niño tiene que comer en su casa, no en ollas o en la escuela, con una comida sola”. “Lo de la asistencia con tarjetas está bien, pero ¿hasta cuándo? El pobre va a tener que estar siempre pendiente de esto, porque no puede insertarse en lo laboral, porque sus estigmas no le permiten acceder a puestos de trabajos dignos, porque no le dan las oportunidades. No se trata de dar limosnas, sino oportunidades para que sean ellos constructores de su propio futuro, de crecer. Con esto así no vamos a ir muy lejos, porque la población está creciendo en las zonas periféricas y no atendemos esas necesidades. Hay gente que vive bajo chapas y en situaciones que implican un deterioro. Ellos siguen engendrando hijos, quizá sea el único acto libre que pueden hacer, tener hijos”.

“La Constitución dice que todos somos iguales ante la ley. Es una mentira que está bajo la vista de todos. Siempre hubo una justicia para ricos y otra para los pobres. Ahora es más visible. El día que los pobres se unan y reclamen lo suyo, ahí va a cambiar las cosas, mientras sigan esperando de los demás, no sucederá. Hay un Estado que no pone la mirada donde tiene que ponerla, se desvirtúa el rol que tiene de preocuparse u ocuparse. El Estado tiene que hacerse cargo de las situaciones más sufrientes, hay muchas cosas buenas que se hacen, pero ¿por qué nos cuesta tanto al pobrerío conseguir las cosas? El maltrato y destrato no cambia la vida de nadie para bien, afirmó.

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Foto: Javier Calvelo / Adhocfotos