Venezuela: sospecha o fraude

Por Leonardo Luzzi

05.08.2024 | tiempo de lectura: 2 minutos

La historia cuenta que hubo un relato radial de un partido entre las selecciones de Uruguay y Argentina. Me imagino, incluso, que pudo haber sido la final del mundo de 1930, donde en la voz del relator quedó plasmada la siguiente anécdota.

Con la oreja en la Spica a transistores se escuchó claramente: Ataca Argentina… gol uruguayo, gol uruguayo.

¿Qué pasó? En el medio de la transmisión hubo un silencio típico de las condiciones técnicas con que se  salía al aire en directo en aquellos  años. Así fue que luego del ataque argentino se cortó la transmisión unos segundos o minutos y al regreso se escuchó en los parlantes: gol uruguayo.

Algo así, salvando todas las distancias, fue el anuncio de la oficialista Comisión Nacional Electoral de Venezuela, que es presidida por un exdiputado Chavista.

Mientras hubo transmisión de datos y la población los podía ver, la oposición iba arriba por 70% a 30% del oficialismo (Ataca Argentina)…Dicen que la transmisión de información se interrumpió por un “hackeo”, vaya uno a saber; se dejó de dar datos y de repente la Comisión Nacional Electoral proclamó, de la nada, a Nicolás Maduro como presidente para una reelección de seis años.

Difícil de creer esto del conteo que nadie vio, no como en aquel partido de fútbol donde los goles se mostraron a todos más allá del relato en vivo (gol uruguayo).

Las elecciones presidenciales en Venezuela arrancaron mal.

Ya en las anteriores, donde ganó Maduro, hubo denuncias de irregularidades de todo tipo y las cosas fueron quedando en el olvido.

Para las elecciones del domingo 28 de julio, los principales candidatos opositores estaban proscriptos. Algo inadmisible en una democracia. Pero así y todo, la oposición decidió que se presentaría.

Vale preguntarse, qué diríamos  si en nuestro país el actual gobierno decide inhabilitar la candidatura de Yamandú  Orsi, referente del Frente Amplio que viene bien en las encuestas. Y por las dudas, se saca del juego también a Carolina Cosse, a Fernando Pereira y sucesivamente a quien pudiera hacer mella.

Y supongamos que si hubiera reelección (en Uruguay no la hay pero en Venezuela sí) y con los candidatos del Frente Amplio proscriptos, se da ganador al actual presidente sin mostrar, por supuesto, ningún conteo de votos de la Corte Electoral. Sería sensato hablar de sospechas o fraude o ¿alguien tiene alguna duda?

Si pasa eso en Uruguay, ¿hablaríamos de democracia?, de democracia “especial” como lo dicen algunos cuando se refieren a dictaduras? ¿Diríamos que las elecciones fueron “ejemplares”? ¿Esperaríamos para dar una opinión a que el gobierno acusado de fraude publique las actas sin haberlas retocado, se supone?

Parece que hay algunos elementos que se pueden tener en cuenta más allá de las actas no publicadas en un país donde hay sospecha o fraude.

El escenario en Venezuela es de candidatos opositores presos, amedrentados, o inhabilitados, represión violenta en las calles sólo a los militantes de la oposición, civiles muertos en protestas, persecución y exilio de millones de personas que incluso se la ponen difícil para votar desde el exterior.

En la embajada de Montevideo, y para muestra basta un botón, pese a los miles y miles de venezolanos radicados desde hace años, sólo 416 pudieron sufragar. Raro ¿no?

El tema entró en la campaña electoral de Uruguay para ser discutido con nuestros candidatos.

Porque además de los problemas de entrecasa a los que se piden soluciones ya sea en educación, salud, economía, seguridad, vivienda, etc., también importa saber qué piensan sobre la democracia los gobernantes y los que aspiran a esa posición.