La “Cárcel del Pueblo”
Alfonso Lessa
25.04.2022 | tiempo de lectura: 3 minutos
La decisión del Ministerio de Defensa Nacional de habilitar la llamada “Cárcel del Pueblo” a la visita del público, generó alguna controversia un tanto sorprendente en tanto se trata de una apertura que implica la posibilidad de que la gente vea, se informe directamente y por sí misma y, si quiere, juzgue.
Mucho más sorprendentes pueden resultar los cuestionamientos cuando existen elementos como el Museo de la Memoria -con las características que tiene- las marcas de la memoria, la posibilidad de visitar lugares como el 300 Carlos o Infierno Grande, un cuartel en el que se torturaba y se asesinó gente.
En 1985 apenas salieron los últimos presos del Penal de Libertad, se abrieron las puertas para un grupo grande de periodistas -que tuve la suerte de integrar- en el que se recorrieron todas sus instalaciones.
Y los periodistas, por supuesto, se encargaron de mostrarlo a través de una amplia difusión en los medios.
Todavía estaba muy fresco lo que había ocurrido y algunos de los periodistas y fotógrafos presentes, entre los que estaba Jaime Pérez, habían estado presos allí y volvieron a sus celdas y se llevaron sus uniformes.
Fue conmovedor: recuerdo que mientras periodistas y autoridades conocían la llama “isla” (un lugar de castigo), recorrí los restos de una gran cantidad papeles destruidos. Era obvio que habían estado quemando documentos, pero tuve la suerte de encontrar un intacto que probaba el tratamiento con sicofármacos a algunos presos calificados como “duros”. Fue publicado por el semanario “Aquí”.
Cuando comenzaba a demolerse el Penal de Punta Carretas, lo recorrimos con Mauricio Almada y los fotógrafos Federico Gutiérrez y Magela Ferrero, guiados por los ex guerrilleros Eleuterio Fernández Huidobro y José López Mercao. Nos mostraron muchas cosas, entre otras, las que tuvieron relación con las dos fugas. Y no tuvieron ningún reparo ni problema en mostrar y explicar todo aquello.
El informe fue publicado en el diario “El Observador”.
Estuve al menos tres o cuatro veces en la “Cárcel del Pueblo”, para distintos medios y al menos un par de esas veces fui autorizado y guiado por ex guerrilleros; en una de esas ocasiones fue acompañando a periodistas de una cadena extranjera de televisión.
Era obvio que todo aquello iba a tener amplia difusión. Nadie escondió nada y aquellos ex guerrilleros jamás cuestionaron la presencia periodística, ni se les ocurrió hacer extrañas elucubraciones sobre las consecuencias de aquella divulgación, adentro y afuera del país.
Fue una de las tantas cárceles clandestinas que tuvo el MLN, en lugares de casi imposible acceso y nunca encontradas. Por ejemplo, en otro caso, debajo de una bañera.
La misma casa donde estaba la cárcel ahora en debate, había sido allanada en más de una oportunidad sin que se lograra encontrar nada.
La información debió salir del propio seno de movimiento guerrillero para encontrarla.
Los generales Gregorio Álvarez y Esteban Cristi con el jefe del Florida, el coronel Legnani, encabezaron personalmente el operativo. En esa ocasión, incluso, se hizo algo poco habitual en las fuerzas de seguridad: colocar militares en las cloacas por si existía una salida por allí. En realidad, se había empezado a excavar, pero no se había terminado.
Se trata de un lugar relevante, que amplía el conocimiento de la gente sobre lo que ocurrió en aquella época. De todos los actores.
Aquella “Cárcel del Pueblo” tiene una importancia histórica muy grande. En primer lugar, porque su no hallazgo donde estaban secuestrados Frick Davies y Pereira Reverbel, reforzaba la imagen de un MLN invencible. Y después, porque se transformó en lo contrario: su hallazgo quebró esa imagen y dio cuenta -junto con la detención de Sendic- de la derrota militar de los tupamaros.
Pero además de todo, quien cuestiona esto parece ignorar que una vez capturada, la Cárcel del Pueblo pasó a manos de los militares. Y allí, en ese mismo lugar, estuvieron presos, entre otros: Luis Alberto Lacalle Herrera y el ex diputado blanco Carlos Rodríguez Labruna.
Todo puede dar lugar a interpretaciones, pero los hechos son hechos y la llamada “Cárcel del Pueblo” existió, estuvo y todavía está allí. En las mismas condiciones en las que estaban los secuestrados y secuestradores.
Mostrar siempre es bueno. Lo malo, es ocultar. O tratar de hacerlo.