Astori: renovador, luchador y líder incómodo
Columna de Alfonso Lessa
17.11.2023 | tiempo de lectura: 3 minutos
La muerte de Danilo Astori significa, desde el punto de vista político, el final de un ciclo muy importante en el Frente Amplio y plantea interrogantes muy relevantes para el futuro: porque por ahora no asoma su relevo -no será nada fácil- y deja un enorme vacío en un espacio que significaba una línea de continuidad con la que había caracterizado al general Líber Seregni.
Astori se había convertido en el gran defensor de la figura y la importancia histórica de Seregni, un Seregni tantas veces olvidado y hasta ninguneado.
Astori proclamaba explícitamente su seregnismo y lo expresaba por la vía de los hechos con sus posturas, en el intento de renovación ideológica y de las estructuras del Frente Amplio.
Fue un líder incómodo para otros dirigentes y sectores del Frente. Como antes Seregni, se animó a decir muchas cosas que otros no se animaban o no se animaron durante mucho tiempo: desde duras autocríticas a la calificación de dictaduras a las dictaduras, sin importar el signo ideológico.
Respecto a la última elección insistió en la ausencia de una verdadera autocrítica y, cuando se dice que el actual gobierno actúa solo, recordó que el FA nunca atendió a la oposición.
Muchas veces actuó sin medir costos políticos y tal vez por eso no llegó a ser presidente, aunque el tiempo lo dirá, fue el dirigente más influyente en los 15 años de gobierno frentista; en un caso sin precedentes, manejando la economía durante tres gobiernos, en dos como ministro y uno desde la vicepresidencia.
Astori debió soportar agresiones, acusaciones y agravios, manejos internos que buscaban socavarlo o afectar su conducción y fue un dirigente que marcó su impronta con algunas acciones fundamentales aún contra corrientes mayoritarias del Frente Amplio. Por ejemplo, defendió la última reforma electoral al igual que Seregni, a pesar de que se decía que era contra el FA. Después de la reforma, la izquierda ganó tres elecciones seguidas a nivel nacional.
En la crisis del 2002 no aceptó el default que proponía Tabaré Vázquez y trabajó con los hombres que conducían la economía encabezados por Alejandro Atchugarry y fue muy importante para que el Frente no incendiara la pradera.
Cuando asumieron las primeras autoridades del Banco Central al ganar el FA, no ahorró elogios para las autoridades que se retiraban por la recuperación que ya existía en la economía.
En materia política fundó su propio sector, Asamblea Uruguay, y supo ser mayoría en el FA con el Frente Líber Seregni.
Y quizás uno de sus debes, tenga que ver con una característica repetida en la historia política uruguaya: no haber dejado un estructura firma con un heredero claro.
Pero quizás eso también tenga que ver, en parte, con los problemas de salud que arrastraba desde hace largo tiempo y que sin duda mellaban sus energías. Ya en la campaña de 2009 en la interna contra Mujica debió enfrenar importantes problemas respiratorios.
Tiene una larga historia que incluyó el trabajo en los 60 en la CIDE junto a figuras como Wilson Ferreira y Enrique Iglesias. Y por supuesto todo su trabajo académico, con el reconocimiento de propios y ajenos.
Algo de lo que no se habla, o se conoce muy poco, tiene que ver con la austeridad con la que vivía. Visitantes extranjeros se veían sorprendidos por ello.
Algunos le atribuían cierta arrogancia, pero cuando se le conocía bien era una hombre cálido, múltiple, apegado al arte, conocedor impactante del jazz, la pintura, que disfrutaba de los amigos y el deporte con sus queridos Nacional y Malvín.
Acudiendo a una metáfora futbolística, Javier de Haedo le preguntó hace poco si había sido más importante como golero o goleador. Y respondió que tal vez lo segundo.
Algo parecido le había reconocido una delegación de un partido de la izquierda más dura del FA, a una importante personalidad internacional: “menos mal que no nos dejó hacer algunas cosas”.
Pero en definitiva, justo un año antes de las próximas elecciones, cuando el FA necesita de manera imprescindible de un centro fuerte, de una línea socialdemócrata sólida que lo saque de la polarización de hecho que existe entre el MPP y el PCU, Astori deja ese espacio político por el que luchan todos, desde Mario Bergara a los sectores que predominan hoy en la coalición de izquierda y con los que tantas veces chocó por distintos motivos.
Astori fue uno de esos hombres irrepetibles. Con él, además, se fue un parte importante de la historia de las últimas décadas del Uruguay.