Chile a 50 años del golpe: entre la polarización y el desinterés

Columna de Alfonso Lessa

13.09.2023 | tiempo de lectura: 4 minutos

Chile acaba de cumplir, el lunes 11 de setiembre, los cincuenta años del nefasto golpe de Estado encabezado por el general Augusto Pinochet, que acabó con el gobierno socialista de Salvador Allende, electo democráticamente.

Fue un instancia dramática que además terminó con la vida del propio Allende, que prefirió suicidarse antes de entregarse, en medio del bombardeo que sufría La Moneda, la sede del gobierno.

El medio siglo, también conmemorado en el caso de Uruguay el 27 de junio, se expresó sin embargo de manera muy distinta a nuestro país: duras polémicas, manifestaciones en apoyo de Pinochet, enfrentamientos de todo tipo que llegaron al propio Parlamento, mostraron la persistencia de una profunda división que los años no dejaron atrás.

En Uruguay el recuerdo del golpe, sirvió para que los principales líderes y todos los sectores políticos hicieran una fuerte revalorización de la democracia al tiempo de rechazar aquel golpe. Es probable que hayan faltado autocríticas, pero hubo una fuerte defensa del sistema democrático, de quienes creían y de quienes no creían en el mismo en los años 70.

Lo ocurrido en Chile 50 años después, sumado a otros hechos recientes, muestran la existencia de dos fenómenos: una parte de la sociedad profundamente dividida y enfrentada y otra parte muy importante a la que aquellos hechos ni la conmueven ni le interesan.

Quien lideró el golpe, Pinochet, había sido designado como jefe del Ejército por ser un militar de presunta confianza. Pero no lo era y traicionó a Allende que había sido electo en 1970.

Allende había llegado a la Presidencia electo por el Parlamento luego de que en los comicios hubiera obtenido el 36.63 % de los votos, ante 35.29 % de Jorge Alessandri y 28.08 del democristiano Radomiro Tomic.

El golpe en Chile se produjo en medio de una extrema polarización con presiones y violentos enfrentamientos con grupos de ultraderecha, pero también con un papel muy importante de la guerrilla izquierdista del MIR, que no formaba parte de la Unidad Popular de Allende, y actuaba todo el tiempo buscando condicionar al presidente, incluso impulsando expropiaciones y tomas ilegales. Había también violentos enfrentamientos entre sectores de izquierda.

La historia, si hiciera falta, demuestra también el papel relevante que jugó Estados Unidos en la promoción del golpe, en particular un sector liderado por Henry Kissinger.

Chile, según lo definió su joven presidente Gabriel Boric, llegó a este aniversario en un clima “eléctrico” debido a la polarización de las posturas en la antesala de la conmemoración.

El gobierno de Boric intentó sin éxito empujar una carta común —denominada Compromiso de Santiago— para lograr un repudio transversal al alzamiento militar que puso fin al gobierno de la Unidad Popular.

Sin embargo, logró que todos los expresidentes vivos firmaran un documento titulado “Por la democracia siempre”: Eduardo Frei Ricardo Lagos, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera, además del propio Boric.

Boric, que desde la Presidencia se ha mostrado como moderado y pragmático, ha enfrentado desde el comienzo de su gestión dificultades de variado tipo, incluyendo el peso de una derecha y una ultraderecha muy fuertes que se hizo explícita en el rechazo a la reforma constitucional.

En esta ocasión, Boric logró el respaldo internacional a través de la presencia de varios presidentes, incluyendo el uruguayo, Luis Lacalle Pou, en un acto en el también destacaron las ausencias, entre ellas las de Nicolás Maduro de Venezuela y el cubano Díaz Canel. Boric, dejando lo políticamente correcto de lado, ha sido crítico con estos dos mandatarios así como con el nicaragüense Daniel Ortega.

En Chile, donde a diferencia de otros países, Pinochet tuvo desde el inicio de la dictadura el apoyo de una parte de la población, la polarización sigue allí como una sombra.

Una encuesta publicada en los últimos días por El País de Madrid —que dio una muy amplia cobertura a este aniversario— es testimonio de ello: solo uno de cada cuatro chilenos estaba interesado o muy interesado en la conmemoración de los 50 años del golpe de contra Salvador Allende.

En la encuesta de Pulso Ciudadano-Activa Research, casi tres cuartas partes (70%) consideró que tema divide a los chilenos, y a pesar de que la mayoría de los consultados cree que el quiebre democrático de 1973 fue negativo para Chile, injustificable y evitable, el 44% piensa que un golpe de Estado se justifica dependiendo de las circunstancias que vive el país.

Entre quienes estuvieron poco o nada interesados en la conmemoración –un 56,5%– destacan los sectores populares, los mayores de 51 años, los hombres y la gente que se identifica con la derecha.

En la pregunta sobre quién tuvo la responsabilidad de que en Chile se concretara un golpe de Estado, la primera opción, con 39,9% de las preferencias, es el presidente Salvador Allende, seguido por los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas (30,8%) y luego Estados Unidos por intermedio de la CIA (30,6%).

“El porcentaje que responsabiliza a Allende va de la mano con el porcentaje que dice que el golpe fue justificado (32%) o bueno para el país (30%)”, sostuvieron los analistas de la muestra.

El 52% de los consultados, sin embargo, tiene una opinión negativa de Pinochet, sobre todo los jóvenes entre 18 y 30 años.

En definitiva, y al contrario de lo que mucha gente pudiera suponer sobre todo desde el exterior, este aniversario arrojó las sombras de una pasado que sigue dividiendo peligrosamente a la sociedad chilena, en tanto se proyectó como un debate del presente. A lo que se agrega el desinterés de una amplia parte de la población.