La compleja tarea de liderar una coalición de gobierno

Por Alfonso Lessa

27.04.2023 | tiempo de lectura: 3 minutos

La coalición de gobierno acaba de sortear con éxito uno de los principales desafíos políticos de este período, con el acuerdo que finalmente obtuvo entre todos sus miembros para aprobar la reforma de la seguridad social y su consiguiente votación en el Parlamento.

El hecho, como se sabe, provocó el rechazo de la oposición y del Pit Cnt que convocó a un paro general.

Se trata de un tema clave, uno de los principales objetivos de su programa, una reforma sobre cuya necesidad existe consenso en todo el espectro político, aunque desde la oposición -en particular desde algunos grupos del FA- se cuestiona esta reforma en particular.

Hay quienes piensan, en el terreno político y entre analistas, que el FA en realidad quiere que la reforma se apruebe, porque si lograra el triunfo en las próximas elecciones, tendría un asunto solucionado, al menos en parte. Cambiar la reforma por completo sería muy complejo y requeriría de mayorías parlamentarias.

Pero más allá del contenido de la norma, el modo en que se terminó negociando y aprobando la reforma al interior de la coalición multicolor puso sobre la mesa un punto clave a la hora de gobernar y sobre todo de gobernar una coalición:
¿qué es lo mejor, lo más efectivo, lo más eficiente: ejercer el gobierno desde la Presidencia en negociaciones mano a mano con cada socio o instrumentar algún mecanismo permanente de coordinación y evaluación entre el presidente y las principales figuras de cada partido socio?

El presidente Lacalle Pou eligió la primera de las alternativas: la negociación mano a mano, salvo algunas situaciones excepcionales una de las cuales, paradójicamente, fue la de la cumbre del año pasado para acordar la reforma de la seguridad social.

Claro que en cualquier caso existe coordinación a otro nivel, en el Parlamento, entre los socios de la coalición.

Desde el retorno de la democracia han existido diferentes estilos en el modo de conducción.

Para mencionar algunos: el presidente Julio Sanguinetti, en su segunda presidencia, manejó en buena medida sus decisiones en reuniones y acuerdos con Alberto Volonté que era su principal socio, en aquel experimento de coalición o acuerdo entre los colorados y Manos a la Obra.

En su primera administración, muy compleja, de transición política y grave herencia económica y social, Sanguinetti actuó bastante al margen de los órganos partidarios, procurando ser ejecutivo. Esto le valió algunos reproches internos.

Tabaré Vázquez, cuando llegó a la Intendencia, tomó distancia de la orgánica frentista, afirmando que era intendente de todos los montevideanos, en lo que constituyó una forma hábil ganar independencia y efectividad. Vázquez sabía que aquella primera gestión en la Intendencia podría ser fundamental para el futuro Frente en sus aspiraciones a nivel nacional.

En su primera presidencia, el propio Vázquez implementó otra fórmula con el mismo objetivo: incluyó en el gabinete de ministros a todos los líderes partidarios. Y por lo tanto consideraba que una vez que el tema era analizado en el Consejo, estaba aprobado por todos.

Mujica estuvo mucho más atado a la orgánica frentista y el proceso de toma de decisiones se volvía a veces engorroso.

Ahora Lacalle Pou ha priorizado, luego del compromiso suscrito por todos los miembros de la coalición multicolor, las negociaciones socio por socio. Y ello pese a que hubo algunos reclamos, acerca de formalizar una instancia de coordinación de alto nivel.

El complejo proceso de negociaciones por la reforma de la seguridad social -con Cabildo Abierto primero y con los colorados después- a pesar del acuerdo inicial unánime en el seno de la coalición, prendió una luz amarilla sobre esta forma de gobernar que de todos modos hasta ahora le ha resultado exitosa al presidente.

Aunque a veces la leche deba rebajarse con agua, como definió Lacalle Pou a la reforma que quedó tras las negociaciones. Una luz amarilla que puede anunciar riesgos, porque se acercan los tiempos electorales en los que cada miembro de la coalición multicolor marcará perfiles y tendrá sus candidatos y propuestas.

Tal vez, y solo tal vez, el oficialismo entonces, acentúe su coordinación en los distintos niveles posibles.