En la pulpería y en la comisaría
Por Mauricio Almada
23.08.2021 | tiempo de lectura: 2 minutos
El ex ministro de Turismo, Germán Cardoso, dijo que habrá que ver si los que hablaron en “la pulpería” lo vuelven a hacer en la “comisaría”. Una metáfora campera que desafía a quienes dieron testimonios u opiniones en contra de su accionar en el manejo de la cosa pública. ¿Será que en la “pulpería” están acodados los periodistas y los funcionarios que difundieron información que no le resultó favorable? ¿La comisaría a la que deberían ir será la fiscalía o será la comisión investigadora que promoverá en su inminente retorno a la cámara? En plena retirada, como acorralado, Cardoso pareció contratacar a quienes informaron sobre un manejo opaco en algunas de sus actuaciones estando al frente de la cartera.
El ex ministro había dicho ser víctima de un enfrentamiento político dentro del Partido Colorado. Pero lo que ocurrió con su salida no fue otra cosa que la lógica de los hechos una vez que había quedado enredado en el pantano de las acusaciones. Las más inconvenientes llegaron además en un momento complicado para el gobierno, que estaba defendiendo la rendición de cuentas en la cámara y con una interpelación al ministro de Transporte en el Senado.
El momento, el “tempo”, no pudo ser más complejo. El presidente Luis Lacalle Pou, después de leer los documentos que en primera instancia le presentó Cardoso había dicho que aparentemente no veía ilegalidades, pero había quedado la sensación, más que de un apoyo incondicional al ministro, que le había sacado una tarjeta amarilla “con pecas”. Pero aún faltaba más por conocer.
Lo que Cardoso afirmaba que era un enfrentamiento interno del Partido Colorado, empezaba a salpicar al gobierno, no solamente porque es un gobierno de coalición y los colorados son socios, sino que además se trataba de un alto funcionario como es un secretario de Estado. El presidente tomó el toro por las astas y se largó a la casa de Julio Sanguinetti, líder de Batllistas, secretario general del Partido Colorado y dos veces presidente de la República. Se trataba de resolver un problema sobre un ministro de su partido y de su sector y tenía que hacerlo con rapidez. Así fue. La renuncia del ministro fue anunciada en conferencia de prensa pocas horas después de ese encuentro. Cardoso dejaba la cartera y volvía a la cámara a defender su honor promoviendo él mismo una comisión investigadora sobre su actuación. Pero también promoverá que esa investigadora vaya más atrás en el tiempo y abarque anteriores administraciones, de forma de clarificar cómo se gestionó el dinero del ministerio antes de su llegada.
Si esa investigadora prosperara, la proponga Cardoso o la proponga la oposición, tiene grandes chances de convertirse en una sucesión de acusaciones de uno y otro lado, de dudosa utilidad y con final incierto. Cardoso llegó a convertirse en una piedra en el zapato de la coalición estando al frente del ministerio. No parecería que le hiciera mucho bien al Partido Colorado y por ende al gobierno de coalición seguir con el mismo frente abierto, en vez de en el gabinete, en la cámara. Eso lo dirá la dinámica parlamentaria.
Pero el gobierno, estando ya cerca de lograr la inmunidad de grupo contra el covid tras una exitosa campaña de vacunación, con todas sus energías, debe estar ahora totalmente concentrado en la gestión de la post pandemia, impulsando la actividad económica que genere trabajo y condiciones de vida digna para todos los uruguayos. Ese es el desafío. Ahí está el foco. El presidente lo sabe y por eso cortó por lo sano.